Unos 300 turistas, en su mayoría europeos y japoneses, seguían bloqueados el miércoles en Puno, cerca a la frontera entre Perú y Bolivia, por una protesta antiminera de miles de personas que se tomaron hace 16 días la ruta que une a los dos países y que el martes radicalizaron su huelga bloqueando esta capital regional.

“Los 300 turistas que tenemos en la zona, básicamente europeos y japoneses, están incomunicados, no pueden trasladarse, no pueden salir; el puerto en el lago Titicaca (en Puno) ha sido tomado”, dijo Carlos Canales, presidente de la Cámara Nacional de Turismo de Perú.

Los habitantes de esta región peruana, de mayoría aymara, bloquean desde hace 16 días la principal ruta entre Bolivia y Perú en rechazo al anuncio de que se instalará la minera canadiense Bear Creek para extraer plata, lo que ha generado la preocupación de que se contaminen las fuentes de agua.

Hasta ahora los turistas habían eludido el corte de esta ruta viajando por el lago a través del puerto de Puno sobre el Titicaca (a 130 km de la frontera), pero éste fue tomado el martes por manifestantes, según dijo Canales en conferencia de prensa.

Por su parte Lourdes Abarca, directora regional de turismo de esa ciudad, confirmó a la AFP que “los turistas extranjeros se encuentran varados en Puno, donde no pueden desplazarse debido a que el puerto en el Titicaca está tomado por manifestantes, así como el terminal terrestre. La carretera a Bolivia también está cortada”.

Informó además que los turistas “no pueden tener acceso a la ciudad de Juliaca (a unos 65 km) donde se ubica el aeropuerto” debido a que la ruta de Puno a esa ciudad está bloqueada y ocupada por manifestantes.

La huelga ha paralizado todas las actividades en la frontera, con decenas de camiones en el lado boliviano impedidos de seguir viaje hacia los puertos de la costa peruana.

Un clima de alta tensión se vivía en el casco urbano de Puno, de 120.000 habitantes, donde miles de personas que arribaron el martes desde distintas ciudades se encuentran concentradas, sobre todo en la plaza de armas de la ciudad donde pernoctaron.

Hasta ahora las autoridades no han reportado incidentes.

La protesta en Puno, 1.300 km al sudeste de Lima, y sobre los 3.800 metros de altitud, amenaza con impedir la elección presidencial del 5 de junio en esa región, advirtieron los dirigentes de la protesta.

“Si no hay solución, no habrá elecciones”, dijo a periodistas Hermes Cauma, miembro del Comité de Lucha.

“Y no le tenemos miedo a las Fuerzas Armadas; nosotros hemos venido a defender nuestras tierras y ríos, incluso con nuestras vidas”, añadió el dirigente.

Esto en respuesta a un anuncio el lunes de parte del gobierno de que serían enviadas los militares para controlar el conflicto.

El presidente Alan García dijo en la víspera que una comisión de alto nivel dialogará con los manifestantes aunque -señaló- la protesta “tiene un tufillo electoral clarísimo, pues lo que están buscando algunas malas personas es que haya alguna víctima o muerto y, de esa manera, generar una situación electoral”.

Este tipo de protestas en Perú son peligrosas potencialmente: en junio de 2009 un conflicto similar registrado en la Amazonía peruana terminó con choques que dejaron un saldo de 24 policías y 10 nativos muertos cuando los uniformados quisieron despejar una carretera que estuvo bloqueada más de dos meses.