Cualquier ser humano común y corriente tiene problemas al ascender a más de 2.400 metros de altura. Y es que después de eso, quienes no tienen la preparación física suficiente, sufren el denominado “mal de la montaña”, que puede incluso tener graves consecuencias para el organismo.

Foto: Travel and Adventures

Foto: Travel and Adventures

Por ello, la vida de los tibetanos se había transformado en todo un misterio para los científicos. Sin embargo, ahora se logró corroborar no sólo que están adaptados para soportar las alturas, sino que además se identificó el gen que permite dicha situación.

Expertos de China, Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos determinaron que existe un punto particular en el genoma humano, específicamente una variante genética vinculada a un nivel bajo de hemoglobina en la sangre, que permite a los tibetanos lidiar con el bajo nivel de oxígeno.

Recordemos que estas personas han vivido a grandes alturas durante más de 10.000 años, desarrollando características genéticas que les posibilita vivir a 3.000 metros sobre el nivel del mar sin problemas.

Si no tuvieran esta capacidad, probablemente padecerían el llamado mal de la montaña, el cual ante la menor presión del aire y menos moléculas de oxígeno, provoca una disminución en la facultad de pensar, genera problemas para respirar y dormir, además de otros síntomas como vómitos, cefálea, agotamiento, entre otros.

Según explica Cynthia Beall de la Universidad Case Western Reserve -participante del estudio- estas personas llevan una vida sana y confortable pese a la altitud, gracias a su conformación genética.

Para la investigación recogida por Amazings, los especialistas analizaron muestras de sangre de 200 tibetanos de regiones altas. Al comparar el ADN de éstos con el de sus homólogos de tierras más bajas, se encontró un gen en el cromosoma 2, llamado EPAS1, éste se relacionaría con la producción de glóbulos rojos y hemoglobina.