El papa Benedicto XVI solicitó este viernes a los prelados del conocido tribunal eclesiástico de la Rota romana que eviten pronunciarse “a todo precio” a favor de la anulación de los matrimonios.
El pedido del Papa fue efectuado a los magistrados del tribunal durante la audiencia concedida con ocasión de la tradicional apertura del año judicial.
Benedicto XVI invitó a los jueces eclesiásticos a abandonar la necesidad de responder a “peticiones subjetivas” con el fin de llegar “a todo precio a la anulación”.
Los magistrados de la Rota, una suerte de Corte de Casación tras los dos primeros grados de juicio, eran conocidos en el pasado por conceder con dificultad la anulación, una tendencia que al parecer está cambiando.
Según los principios de la Iglesia, la anulación del matrimonio católico implica que el matrimonio nunca existió, aún si la pareja tuviera hijos y conviviera numerosos años.
Para los católicos que desean casarse de nuevo por la Iglesia la anulación del matrimonio es la única esperanza, debido a que el Vaticano prohíbe el divorcio.
“Todos los que trabajan en el campo del Derecho, cada uno según su función, deben guiarse por la justicia. Pienso en particular en los abogados, que deben prestar no sólo la máxima atención al respeto de la verdad de las pruebas, sino también evitar cuidadosamente asumir el patrocinio de causas que, según su conciencia, no sean objetivamente sostenibles”, dijo.
“Es necesario dejar de lado sugerencias pseudopastorales que sitúan las cuestiones en un plano donde lo que cuenta es satisfacer las peticiones subjetivas para conseguir a todo precio la declaración de nulidad, con el fin de poder superar, entre otras cosas, los obstáculos para recibir los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía”, recalcó.
En el año 2008 fueron anulados 192 matrimonios de un total de 1.118 pedidos hechos de todo el mundo ante los tribunales eclesiásticos.
Entre los casos más famosos de anulaciones de matrimonio figura el del ex presidente de Colombia Julio César Turbay Ayala, quien tenía hijos mayores, y el de la princesa Carolina de Mónaco.