Muchas personas con sobrepeso, e incluso con obesidad, reconocen que la principal causa de esta situación es la ingesta elevada de alimentos en horas de la noche, posterior a las 20:00 horas, donde se tiende a consumir carbohidratos y azúcares en exceso.

El estudio, dado a conocer por el periódico The New York Times, midió los comportamientos alimenticios de 32 personas con sobrepeso, tanto en las mañanas como al final del día. Factores como no ingerir alimentos al desayuno, consumir poca agua y tener un ritmo de vida demasiado sedentario fueron claves.

Susan Carnell, profesora de Psiquiatría en la Universidad John Hopkins y autora del estudio, explicó cuales fueron las actividades realizadas junto a las personas.

“A los participantes se les solicitó que ayunaran durante ocho horas antes de consumir una comida líquida de seiscientas calorías. Luego, fueron llevados a una situación incómoda en la que tenían que sumergir su mano menos hábil en agua helada durante dos minutos y les hicieron pensar que eran grabados. Media hora después, comieron alimentos como pizza, bocadillos y golosinas”, explicó.

Para medir el impacto según la hora del día, la actividad fue realizada en dos oportunidades, a las 9:00 de la mañana y a las 16:00 horas. Tras cada evento, les sacaron sangre para medir sus hormonas y preguntaron por sus niveles de saciedad.

Charlotte Grillot, coautora del informe, explicó que, “todos los participantes aseguraron tener más hambre si iniciaban el régimen por la tarde en comparación con la mañana. Todos tenían niveles más elevados de la hormona ghrelina, que genera el hambre en las personas, y niveles más reducidos de la hormona de la saciedad si habían consumido la comida líquida al mediodía en vez de la mañana”.

Guillot, profesora de la Universidad Estatal de Florida, agregó que las personas que suelen comer en exceso por la noche mostraron niveles mayores de ghrelina cuando iniciaban este régimen por la tarde, mientras que quienes suelen llevar un horario programado de comidas llevaron un comportamiento inverso.

El estrés fue otro factor clave a la hora de medir el hambre entre los participantes, ya que los niveles de la “hormona del hambre” se incrementaron aún más si los participantes eran sometidos a la situación de tensión más tarde durante el día. Por otra parte, quienes solían comer después de las 20:00 horas aseguraron sentirse menos satisfechos con el alimento líquido que quienes no lo hacían.

Susan Canell concluyó lo siguiente, “Para todos hay mayor oportunidad de comer por la tarde, ya que se está fuera del trabajo y hay más tiempo libre. El estudio muestra que las respuestas hormonales están causando esto, para nivelar la situación hay que llegar más satisfecho desde el trabajo”.

Cabe señalar que los resultados de este estudio fueron publicados recientemente en la Revista Internacional de la Obesidad y están basados en el estudio de la Universidad de Harvard con personas en peso adecuado.

¿Cómo prevenir el apetito durante la noche?

La directora del Centro para Trastornos de Peso y de Alimentación en la Universidad de Pensilvania, Kelly Allison, puntualizó lo siguiente: “Existen prejuicios y opiniones sobre las personas que tienen sobrepeso, se dice que es su culpa por ser flojas o simplemente no tienen suficiente fuerza de voluntad. Lo esencial es que las personas son diferentes y parte de eso realmente depende de esos factores biológicos”.

Allison agrega que por las noches el deseo de comer es mayor porque la persona está fuera de sus obligaciones y desea no restringirse tanto. A esto se suma que la falta de actividades a realizar genera la necesidad de gastar el tiempo en algo que “esté al alcance de la mano”.

Los consejos prácticos de la profesional son, “Fijar un horario en que la cocina esté cerrada, apagar la luz en este lugar de la casa y alejarse de ahí. También las personas pueden cepillarse los dientes y evitar los deseos de comer tomando agua en grandes cantidades”.

Cabe señalar que el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) determinó que un 32% de la población adulta en Chile tiene obesidad. Esto se debería principalmente a factores de sedentarismo y alimentación errónea, donde los excesos de grasa y azúcares están presentes.