Las fuerzas del Gobierno libio de unión nacional (GNA) dirigen desde el 12 de mayo una ofensiva para arrebatar al grupo yihadista Estado Islámico (EI) el control de su feudo de Sirte, donde han avanzado estos últimos días.

El GNA, dirigido por Fayez al Sarraj, está instalado en Trípoli desde el 30 de marzo y cuenta con el apoyo de la comunidad internacional. Sirte (a 450 km al este de Trípoli) está en poder del EI desde junio de 2015.

¿Cuáles son las principales fuerzas?

Las fuerzas del GNA están compuestas de un sinfín de milicias fuertemente armadas que vienen de varias ciudades del oeste del país, principalmente de Misrata (a 200 km al este de Trípoli y a media distancia entre Trípoli y Sirte). Las milicias de Misrata son las mejor armadas del país y poseen aviones MiG y helicópteros de ataque.

Están formadas por ex rebeldes que combatieron contra el poder de Muamar Gadafi durante ocho meses en 2011, antes de que el dictador fuera capturado y asesinado, cerca de Sirte. Después de la caída del régimen, las autoridades de transición no consiguieron imponerse y los grupos rebeldes convertidos en milicias conservaron sus armas.

En agosto de 2014, una parte de estas milicias del oeste consiguió expulsar de Trípoli al gobierno e instalar una autoridad paralela. Pero esta coalición, Fajr Libia, y su gobierno desaparecieron con la entrada en Trípoli del GNA, al que se unieron.

“Las fuerzas que atacan al EI desde el oeste y el sur del país son principalmente milicias de Misrata, compuestas por aproximadamente 2.000 combatientes”, según Emily Estelle, especialista en el norte de África y Oriente Medio en el American Enterprise Institute, con sede en Washington.

¿Cuáles son las demás fuerzas?

Las unidades de los guardias de las instalaciones petroleras dirigidas por Ibrahim al Jodran, que participan en la ofensiva antiyihadista desde el este del país, lograron recuperar varios sectores en manos del EI en su camino hacia Sirte.

Estas fuerzas, que controlan los principales puertos petroleros, entre ellos el de Ras Lanuf y el de Al Sedra, se preparan para tomar por asalto Sirte desde el este, según su portavoz.

Aunque se han unido al GNA, reclaman un Estado federal y un régimen de autonomía para su región.

Unidades del ejército libio que juraron lealtad al GNA también participan en la ofensiva.

Pero otras unidades, dirigidas por el controvertido general Jalifa Haftar, del que uno de sus portavoces calificó como “ilegítimas” las fuerzas del GNA y al GNA mismo, siguen siendo leales a un gobierno paralelo con sede en el este del país.

¿Existe un mando unificado?

Los milicianos progobierno que combaten al EI en Sirte cuentan con un centro militar de operaciones conjuntas establecido por el GNA y cuya sede está en Misrata.

Pero el hecho de que cada milicia tenga también su propio mando, así como la rivalidad entre los grupos armados, complican a veces su trabajo. Sin embargo, no parece que haya habido problemas a este nivel por ahora.

“Las fuerzas implicadas en la ofensiva contra el EI no están bajo una estructura de mando unificado y no comparten la misma visión sobre lo que debe ser Libia después del EI”, afirma Emily Estelle.

¿Por qué este rápido avance?

Después de un mes de ofensiva, los milicianos pro GNA lograron entrar en Sirte el miércoles tras haber recuperado varias localidades, cuarteles y posiciones en manos del EI. Desde entonces, consiguieron cercar la ciudad, recuperar el puerto y varios barrios, avanzar hacia el centro y, según dicen, acorralar a los yihadistas en un sector de 5 km2.

No se sabe el número exacto de yihadistas que se encuentra en la ciudad. Según los responsables estadounidenses, el EI tiene alrededor de 5.000 combatientes en Libia. La gran mayoría se encontraría en Sirte.

Los pro GNA “tienen acceso a la aviación y a medios técnicos para neutralizar los ataques con explosivos del EI, lo que explica su rápido avance”, según Emily Estelle.

¿Y después de Sirte?

Una victoria contra el EI permitiría al GNA fortalecer su credibilidad en Libia y en el extranjero, y podría llevar a las grandes potencias a acelerar el envío de armas a este gobierno para ayudarlo a reconstruir un ejército fuerte y unido.

Pero el principal desafío seguirá siendo el desarme de las milicias, sin lo que el país no conocerá ni la seguridad ni la estabilidad.