El joven director chileno, Helmuth Reichel, condujo por primera vez el reciente fin de semana a la Orquesta Sinfónica de Chile, en un programa que contempló obras de Leni Alexander, Glazunov y Rimsky-Korsakov, ocasión en que también se presentó el talentoso solista en violín ruso norteamericano, Alexander Markov, que se convirtió en la sensación de la velada musical.

Con un programa que incluyó las obras “Divertimento rítmico”, de Leni Alexander; Concierto para violín de Alexander Glazunov; y “Scheherazade”, de Nicolai Rimsky-Korsakov; el joven director chileno, Helmuth Reichel, condujo por primera vez a la Orquesta Sinfónica de Chile en el concierto denominado “Ritmos y cuerdas”, que tuvo lugar en el Teatro U. Chile de Plaza Italia. Su labor fue excelente, con seguridad y desplante y con ello encabezó una presentación de lujo de la agrupación, que como conjunto se lució especialmente con la ejecución del hermoso poema sinfónico “Scheherazade.

Radicado en Alemania desde el año 2002, Reichel declaró sentirse expectante ante esta primera experiencia con la que afirmó “es la orquesta más importante en Chile desde el punto de vista musical e histórico, y es sin duda un gran honor y responsabilidad poder trabajar con ella, considerando que disfruta de un gran prestigio en el extranjero”. Asimismo, destacó su cercanía con algunos de los músicos que hoy en día integran la Sinfónica, entre ellos antiguos compañeros y profesores. “Además es una orquesta con la cual yo crecí musicalmente visitando sus conciertos semanalmente, y su impacto musical cumplió un rol muy importante en mi formación antes de venir a Europa. Todo esto lo convierte en una experiencia muy personal y especialmente grata”.

Reichel calificó a Leni Alexander, polaca nacionalizada chilena, como una excelente compositora y una de las más importantes que ha tenido Chile. Rescató además la incursión de una figura femenina en un ámbito donde los hombre siguen teniendo predominancia, así como también el trasfondo social y humano de su trabajo, que refleja de algún modo las experiencias de persecución política que marcaron su historia personal. En términos musicales en tanto, indicó que “En Divertimento Rítmico” se amalgaman las influencias contemporáneas atonales y seriales de la Europa del siglo XX, con los elementos rítmicos de la tradición musical chilena. Este último elemento predomina en la obra y es manejado virtuosamente por la orquesta en todos sus registros, por lo que podríamos decir que se trata de una pieza con un claro vínculo folclórico nacionalista”.

En la interpretación de la Sinfónica, hubo especial lucimiento de la percusión y de las maderas y, la breve obra (10 minutos), a ratos parecía enfocarse en las rítmicas melodías de George Gershwin.

En cuanto a Glazunov, el Director indicó que “es un compositor que ha sido injustamente ocultado del público”. Creador de ocho sinfonías, escribió su Concierto para violín en 1904, en un momento cúspide de su carrera. La obra contó con la participación del violinista estadounidense (nacido en Rusia) Alexander Markov, considerado un músico de gran versatilidad, que logra una gran conexión con las audiencias y que en esta ocasión tuvo un trabajo sensacional. Fue su estreno no sólo con la Sinfónica, sino también en Chile, por lo que manifestó estar muy emocionado. “Mis expectativas eran muy altas y logré conectarme con un público maravilloso, señaló.

Alabado por sus brillantes interpretaciones de Paganini, Markov exhibió una personalidad exhuberante, para empezar vestido a la usanza de Paganini (siglos XVII y XVIII) y ejecutar con gran toque de clasicismo, el Concierto en La Menor de Glazunov, una pieza muy hermosa y lírica, con varias secciones técnicamente exigentes. Representa los finales del período romántico ruso, que “creo que fue su mejor momento, y con mis raíces también rusas, sin duda siento que tengo una buena conexión con ella”, afirmó el violinista.
Alexander Markov (Moscú, 24 de enero de 1963) es un violinista norteamericano de ascendencia rusa, hijo del también violinista Albert Markov, de quien tomó las primeras lecciones del instrumento a partir de los 5 años, con 8 ya realizaba actuaciones ante público adulto. Muy joven, emigró a Estados Unidos en compañía de sus padres, obteniendo la nacionalidad norteamericana en 1982.

Ha sido el ganador de la medalla de oro en el Concurso Internacional de Violín Paganini que se celebra en Génova (Italia). Ha actuado con algunas de las mejores orquestas del mundo como solista, entre ellas la Orquesta de Filadelfia, la Sinfónica de Detroit y la Orquesta de París. Ha grabado entre otras obras los 24 caprichos de Paganini, interpretando estas piezas aparece en la película “El Arte del Violín” dirigida por Bruno Monsaingeon.

Fuera de la música clásica, Markov ha compuesto en colaboración con el estadounidense James V. Remington el Concierto Rock, empleando para su interpretación un violín eléctrico de novedoso diseño que consta de 6 cuerdas y que lució ante el público asistente, que sintió gran admiración por él, al comprobar su calidad de intérprete, con una cuerda clásica y otra moderna y que terminó por quedarse más de un cuarto de hora regalando brillantes “encores”, de composiciones tan importantes como el “Ave María” de Franz Schubert y la “Rapsodia sobre un tema de Paganini”, de Sergei Rachmaninoff.

El programa finalizó con la brillante interpretación de la obra más conocida de quien fue profesor de Glazunov: el poema sinfónico “Scheherazade”, de Nicolai Rimsky-Korsakov, “sin duda una obra maravillosa que le permite a la orquesta mostrar todos sus colores, magníficamente instrumentada y virtuosa”, indicó Helmuth Reichel. Estrenada en San Petersburgo en 1888 bajo la dirección del propio compositor, es una suite sinfónica basada en los cuentos de “Las Mil y Una Noches”, la que si bien se inspira en la obra literaria, no busca una descripción concreta, sino más bien sugerir los ambientes exóticos de los relatos a través de una orquestación colorida.

La Sinfónica en forma individual o en pleno respondió en forma admirable y las palmas fueron principalmente para el violín concertino Alberto Dourthé, quien tuvo un magnífico trajín musical encarnando con su instrumento y su fina interpretación, a la protagonista de la historia, “Scheherazade”.