Qué raros son los medios informativos. De los cientos y cientos de grandes titulares de esta semana, sólo unos pocos títulos pequeñitos nos contaron algo sobre una de las noticias más inquietantes y promisorias de este año 2014. Me refiero al Quinto Congreso de la Federación Sindical Internacional, que se realizó en Berlín desde el domingo pasado hasta el viernes 23, donde se juntaron 1.500 dirigentes sindicales de 161 países, representando a ¾ partes de toda la fuerza laboral sindicalizada del mundo.

Durante toda la semana, Berlín, más que la capital de Alemania, fue la capital de los trabajadores organizados y de los partidos políticos que los representan en algunos países, como Gran Bretaña, Brasil y Australia, entre otros.

La inauguración del Congreso fue una fiesta que inundó las calles con música, danzas y expresiones del arte popular de los cuatro rincones del planeta. Se habría podido disfrutar del espectáculo, si alguno de los supuestos canales noticiosos internacionales se hubiera dignado mostrarlo aunque fuera por un par de minutos.

Pero más allá de lo pintoresco y alegre, este Quinto Congreso del Sindicalismo mundial estuvo marcado por noticias dolorosas y sombrías, y por la inminencia de grandes e inevitables luchas que afectarán a toda la economía mundial y ciertamente van a remecer a toda la política mundial.

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