“¿Mi hijo/a estará enamorado?” es una pregunta que más de alguna vez ha dado vuelta en la cabeza de los padres y que los obliga a retroceder en el tiempo para recordar si, efectivamente, durante su niñez alguna vez se sintieron invadidos por ese sentimiento tal como lo entendemos hoy.

“Evidentemente, los niños pueden manifestar mayor afinidad y/o atracción por un igual, lo que ocurre es que muchas veces somos los propios adultos los que condicionamos esa amistad y la etiquetamos: ‘fulanita es tu novia’ o ‘fulanito es tu novio’ y zanjamos el asunto”, explicó al portal ABC Óscar González, creador de la Escuela de Padres con Talento, intentando poner en su real dimensión el cuestionamiento.

También le entregan un rol protagónico a la intervención de los padres Andrés Calvo y Esther Blanco, especialistas de la Clínica de Psicoterapia y Personalidad Persum, quienes indican que “la cultura actual, en la cual están inmersos los papás del menor, puede estar erotizando en exceso unos sentimientos de afiliación normales en cada etapa evolutiva”.

Ambos agregan que “los padres son los encargados de la educación emocional de sus hijos y han de ser conscientes de cómo su propia filosofía del mundo influye en la regulación de la experiencia y de la expresión emocional”.

Los expertos recalcan que cuando un niño cuenta que tiene polola/o se encuentra atravesando una confusión terminológica que no le permite reconocer las distancias entre la amistad y un sentimiento de mayor profundidad.

Recién a los 10 años, concuerdan los entendidos, los niños desarrollan una relación más íntima con sus pares, marcada por la revelación de secretos a los amigos más cercanos, por ello es fundamental la orientación de los progenitores y una relación empática con el menor que le ofrezca seguridad y una voz experimentada.