El Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, dirigido por Juan Pablo Villarroel, logró una destacada interpretación de la “Misa Solemne” op. 123 de Ludwig van Beethoven, la que realizaron en conjunto con la orquesta de la casa de estudios, y que fue conducida por el maestro español Álvaro Albiach. El concierto se llevó a cabo el pasado viernes 2 y sábado 3 de agosto en el Teatro U. de Chile.

Tras 11 años de la última presentación, la obra cumbre del germano, regresó a los escenarios del Teatro de la Universidad de Chile, para esta vez llevar a cabo un show repleto de asistentes. En la oportunidad, el público pudo escuchar la “Misa Solemne” op. 123 de Beethoven en una nueva versión a cargo de la Sinfónica de Chile, el Coro, además de la soprano Claudia Pereira, la mezzosoprano Evelyn Ramírez, el tenor Gonzalo Tomckowiack y el barítono Arturo Jiménez.

Esta solemne obra forma parte de aquellas piezas que perteneciendo a épocas pasadas, aún poseen magia para la audiencia actual. La amplitud orquestal, vocal y coral que ésta contiene, hace que su interpretación no sea habitual y por lo mismo se transforme en un enorme desafío para sus ejecutantes.

En 1818, Beethoven quiso componer una gran misa para la entronización de su alumno, el archiduque Rudolf, como arzobispo de Olmütz, sin embargo, tomó dimensiones tan gigantescas que sólo fue terminada en 1822. Por ello, las diferentes partes se fueron haciendo por etapas, durante 4 años. Así se fueron sucediendo uno a uno el Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei.

Considerada por el propio autor como “la más grande y mejor lograda de sus creaciones”, el director Álvaro Albiach reconoce estas palabras, asegurando que “es conocida la dificultad que suponía al artista crear para voz con acompañamiento de orquesta, además del enorme esfuerzo que le supuso la ópera Fidelio, de la que nunca estuvo satisfecho”, declaró.

Por su parte, Juan Pablo Villarroel logró una destacada participación en la velada, confirmando que su labor era rendir un adecuado homenaje al creador de la Misa. “Representa una gran complejidad técnica por la extensión de la tesitura de cada cuerda muy aguda, muy larga y extenuante coralmente”, dijo el maestro.

Avanzado el siglo XIX, algunos autores pretendieron cuestionar la autenticidad del sentimiento religioso del músico, no obstante, Beethoven compuso remarcando el texto de la misa con su melodía, obteniendo como resultado un mensaje comprensible para todos, el que a pesar de su sordera transmitió sin inconvenientes, mostrando el sentimiento profundo de alguien que deja ver su dolor, pero a la vez confía en el hombre y en Dios.

Al final, los asistentes premiaron con aplausos, especialmente al coro sinfónico. Además, dentro del cuarteto de solistas, la soprano Claudia Pereira y la mezzosoprano Evelyn Ramírez, tuvieron gran participación, así como también el tenor Gonzalo Tomckowiack, quien cumplió a cabalidad su labor como tal.

De la misma manera, el concertino de la Sinfónica de Chile, Alberto Dourthé, recibió gran ovación al interpretar con una minuciosa técnica y sentimiento la cadencia del violín como la escribió Beethoven.

Finalmente, el director tuvo un desempeño correcto, en un plano de digna y respetuosa sobriedad, logrando excelentes resultados.