Una de las dos jóvenes del grupo contestatario Pussy Riot, Nadejda Tolokonnikova, que purga una pena de dos años en un campo de prisioneros por una “plegaria punk” contra el presidente ruso Vladimir Putin, pidió el viernes su libertad condicional alegando que ya había pasado suficiente tiempo en la cárcel.

“Ya he pasado suficiente tiempo en el campo, estoy cansada de estudiarlo, seis meses es una pena suficiente”, declaró esta mujer de 23 años, citada por la agencia Ria Novosti, durante la audiencia en el tribunal Subovo-Polianski, en la región de Mordovia (a 640 kilómetros al este de Moscú).

Sin embargo, reiteró que se negaba a reconocer su culpabilidad y a arrepentirse.

Según la legislación rusa, toda persona condenada puede obtener una liberación condicional después de haber purgado la mitad de su pena. Este es el caso de Nadejda Tolokonnikova, quien ya había purgado seis meses de detención provisoria antes de su condena.

Su abogada, Irina Jrunova, destacó ante el juez que la joven tenía una hija pequeña.

“Ella tiene una familia, una criatura. Su hija la necesita, es indispensable que la familia pueda reunirse otra vez para permitir que la niña se desarrolle plenamente”, alegó.

Por otra parte, la defensa leyó un llamado firmado por varios defensores de los derechos humanos, incluyendo a la ex disidente soviética Liudmila Alexeeva, y al director de la organización no gubernamental Memorial, Oleg Orlov.

“Nosotros consideramos inútil continuar aislando a Tolokonnikova de la sociedad”, afirman en dicha carta.

Nadejda Tolokonnikova, María Alejina y Ekaterina Samutsevich fueron arrestadas en febrero de 2012 en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, donde habían bailado y cantado una “plegaria punk” pidiendo a la Santa Virgen que “expulsara a Putin” para denunciar una colusión entre la Iglesia ortodoxa y el poder político.

En agosto de ese año fueron condenadas a dos años al campo de prisioneros por “vandalismo” e “incitación al odio religioso”.

Luego del proceso de apelación en octubre pasado, la condena de Ekaterina Samutsevich fue conmutada por una pena en suspenso y fue liberada.

Este caso dividió profundamente a la sociedad rusa, pero desde entonces el grupo se convirtió en un símbolo de la protesta contra el régimen de Putin, acusado por la oposición de atentados a las libertades individuales.