Argentina y Brasil se miden el miércoles en unos cuartos de final de torneo de baloncesto masculino de los Juegos Olímpicos de Londres en que se escribirán nuevos capitulos de riñas ancestrales de vecinos, como la de los lituanos y los rusos y la de españoles y franceses.

El partido Estados Unidos-Australia completará el cartel de aspirantes a semifinales.

El entrenador argentino de Brasil, Rubén Magnano, es el forjador de la generación dorada del básquet argentino: la llevó al oro en Atenas-2004 y ocho años después podría echarla de sus últimos Juegos Olímpicos, los de Londres.

Enfrente de Magnano estarán Emanuel Ginóbili, Andrés Nocioni y Luis Scola, que actualmente superan la treintena.

El partido despierta la imaginación de cualquier aficionado deportivo. “Queremos ganarnos mutuamente juguemos lo que juguemos, desde el ping-pong hasta esto”, dijo Ginóbili.

Brasil manda en el registro histórico por 37 victorias a 32, pero su único encuentro en los Juegos Olímpicos fue hace 60 años, en 1952, con triunfo argentino 72-56.

El último enfrentamiento oficial entre ambos tuvo lugar en la final del preolímpico de Mar del Plata, en que Argentina se impuso 80-75 a un equipo brasileño sin varias de sus figuras de la NBA.

En esta ocasión, Brasil dispone del pivot Nené Hilario (Washington Wizards), Leandro Barbosa (Indiana Pacers), Thiago Splitter (San Antonio Spurs) y Anderson Varejao (Cleveland Cavaliers).

El partido España-Francia enfrentará a dos países vecinos y a dos jugadores grandes de la NBA: Tony Parker (tres anillos, con los San Antonio Spurs) y Pau Gasol (dos anillos, con Los Angeles Lakers).

La brillante generación de los hermanos Gasol y de Juan Carlos Navarro, campeona del mundo, doble campeona europea y medalla de plata en Pekín, nació de una derrota, la sufrida ante Francia en el partido por el bronce del europeo de 2005, por 30 puntos, nada menos.

Desde entonces, los españoles han batido siete veces a los franceses en ocho partidos, con encuentros calientes como el de preparación para los Juegos en que Michael Gelabale y Rudy Fernández acabaron expulsados y Florent Pietrus y Serge Ibaka casi llegan a las manos.

“Con los españoles, siempre es especial. Aunque personalmente no tengas nada contra ellos, como jugador de Francia no puedes ni verlos”, dijo Kevin Seraphin tras aquel partido.

Antes, en la final del europeo de 2011, España se impuso en la final a Francia 98-85.

Veinte años después de la desintegración de la Unión Soviética, los mejores productos de todo el talento que atesoró el país en baloncesto se ven las caras en el partido Lituania-Rusia.

Rusia no ha ganado una medalla desde Sídney 2000, al contrario que Lituania, que fue bronce en aquellos juegos. En Londres los rusos han dado muestras de buen juego, sobre todo ante España, y llegan al partido con dos tiradores, Andrei Kirilenko y Vitaliy Fridzon, en estado de gracia.

“Son los favoritos”, dijo el lituano Mantas Kalnietis. “Tenemos que jugar como un equipo para detener a Kirilenko pero tienen otras opciones de tiro exterior. Si ganamos, va a ser con nuestra defensa”.

Kevin Durant, Lebron James y compañía son los únicos imbatidos en los cinco partidos que se llevan de torneo y nada de lo visto pone en duda que son los gran favoritos. Y menos el historial de Australia, que ha perdido con Estados Unidos en las trece ocasiones en que se han enfrentado.

Los estadounidenses han aprendido de viejos errores y ven demasiadas caras conocidas de la NBA entre sus rivales -como la del base australiano Patrick Mills, de los San Antonio Spurs- como para no apelar a la prudencia.

“Sabemos que podemos perder”, dijo el entrenador estadounidense Mike Krzyzewski. “Sé que hay equipos por ahí capaces de ganarnos. Tenemos el mayor de los respetos por el básquetbol del mundo”.

Los ganadores del España-Francia y el Rusia-Lituania se medirán en semifinales, al igual que los del Argentina-Brasil y Estados Unidos-Australia.