Estudios epidemiológicos del Ministerio de Salud, señalan que en Chile, las consultas en psiquiatría y neurología se han duplicado durante la última década. Puntualizaron que en nuestro país, al igual como lo establecen los índices mundiales, el 1% de la población sufre esquizofrenia.

Explicaron que esta es una enfermedad altamente invalidante, de difícil diagnóstico y de gran impacto económico y social, que afecta a una de cada cien personas en todo el mundo.

Según describe el Minsal, la esquizofrenia se caracteriza por la aparición de alucinaciones auditivas, distorsiones y trastornos del pensamiento, así como síntomas negativos de desmotivación y reducción de la emocionalidad.

Motivado por la realidad antes descrita, el naciente Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI), liderado por el Dr. Andrés Couve e integrado por los doctores Pedro Maldonado y el psiquiatra Hernán Silva, (entre otros especialistas) resolvió desarrollar un estudio, observando y realizando una investigación en más de 30 pacientes, con el objeto de generar herramientas para el manejo clínico de la enfermedad y entregar un aporte a las instituciones de salud.

“En este trabajo, estamos observando la actividad eléctrica del cerebro medida a través de registros electroencefalográficos y la conducta ocular, es decir, dónde y cómo miran los pacientes, analizando si estos movimientos están alterados. Nuestro objetivo es detectar ciertos marcadores y características que puedan ayudar al diagnóstico y elaboración futura de nuevas terapias”, explica Pedro Maldonado. El neurobiólogo señala que también ya se han publicado estudios que muestran cómo cambia el diámetro de la pupila ante la presencia de diferentes emociones, lo cual permitiría predecir la respuesta a ciertas terapias.

La investigación, que se extenderá por un plazo de diez años, se realiza en el Laboratorio de Neurosistema del BNI, y cuenta con la participación de un equipo multidisciplinario, con psiquiatras; psicólogos e ingenieros, entre otros profesionales y alumnos de posgrado.

Marcadores de diagnóstico

Según explica Maldonado, la esquizofrenia afecta mayormente a los hombres y suele presentarse alrededor de los 18 y 20 años, período en el que la corteza cerebral está consolidando su desarrollo. Sin embargo, existen distintas expresiones o manifestaciones clínicas, lo que dificulta su diagnóstico.

“Generalmente se detecta por un episodio psicótico, donde los pacientes sienten que son perseguidos y comienzan a tener alucinaciones y grandes dificultades para relacionarse con su entorno. No obstante, un diagnóstico certero puede requerir de la experiencia de varios psiquiatras que en conjunto analizan los síntomas. Y esto a su vez, puede tomar varias semanas hasta que se arroje el resultado definitivo”.

Los especialistas del laboratorio de Neurosistemas estiman que ”si bien hay un daño orgánico muy sutil, que incluso se parece a otras patologías como el autismo, aún no se conoce exactamente qué está cambiando en el cerebro y cómo estos cambios se manifiestan en esta patología”.

Por estas razones, la investigación señalada constituye un aporte fundamental, ya que de comprobarse la presencia de marcadores comunes entre los pacientes, se podría colaborar con un diagnóstico precoz que a su vez, posibilitaría un mejor pronóstico para esta patología que hasta la fecha, no tiene cura y cuyo costo social y económico es tremendo, especialmente para las familias que deben supervisar a los pacientes y financiar los tratamientos médicos.

Fases de la investigación

El estudio cuenta con tres etapas. El primer paso que están desarrollando, es la formación de una red de colaboración clínica para reclutar pacientes voluntarios para la observación de sus movimientos oculares y actividad eléctrica cerebral, que espera ser estudiado en unas 30 pacientes que se encuentran con diagnóstico y tratamiento médico.

En esta fase se espera hallar en estos pacientes, rasgos comunes en la conducta de movimientos oculares o en la actividad eléctrica. De ser efectivo este análisis, también se espera incluir en el estudio, a personas que tengan un componente genético de la enfermedad, o con historial clínico familiar. Esto permitiría pesquisar el comportamiento neurológico para evaluar riesgos de presentar o no la enfermedad. También, esperan extender la investigación a los familiares de estos pacientes, a ver si ellos muestran alguna conducta distinta de la población. “Esto podría servir como marcador de riesgo o quizás, de diagnóstico precoz, que sería lo ideal. Si bien la esquizofrenia no tiene cura definitiva, se puede tratar con grandes mejoras para los pacientes, por lo que mientras antes se pesquise es mejor”, señala.

Luego, la siguiente fase es utilizar esta información para explorar potenciales mecanismos de esta patología. “Por ejemplo, si descubrimos que un grupo de pacientes tiene una conducta alterada específica en la actividad eléctrica o en los movimientos oculares y otros no, podremos identificar ciertos procesos fisiologicos que estén alterados en el funcionamiento de estos pacientes. Por otro lado, de acuerdo a esos análisis, también podremos evaluar si un tipo de droga o tratamiento es más efectivo para uno u otro paciente”, explica el Dr. Maldonado.

Finalmente, una tercera etapa, más a largo plazo, es poder sistematizar la información acerca de qué ocurre a nivel cerebral. Dicha tarea es fundamental, ya que comprendiendo la afección a nivel fisiológico, se podría intervenir y colaborar en la prevención, detección precoz o evaluación de tratamientos. Respecto a la inclusión voluntaria de pacientes en el estudio, el neurobiólogo destaca su participación, “aunque no tenga resultados tangibles e inmediatos para ellos”.

Pero la tarea en el Laboratorio de Neurosistemas es amplia, en la exploración del cerebro. Otro de los trabajos, similares a la línea de la esquizofrenia, es el desarrollado por Roberto Verdugo, médico psiquiatra y estudiante de magíster de dicha Universidad. Actualmente, el especialista realiza su investigación sobre empatía y conducta pupilar, analizando el tamaño de la pupila, que están siendo registrados en grabaciones que capturan más de 500 fotos por segundo. Su objetivo, es la búsqueda de un biomarcador que pueda por ejemplo, evaluar el resultado de una terapia enfocada a mejorar la empatía en un grupo de personas.

La esquizofrenia

De difícil diagnóstico y abordaje clínico, esta enfermedad perdura toda la vida y afectan de manera e intensidad distinta a uno u otro paciente. A nivel general, se presentan distorsiones de la percepción, el pensamiento y las emociones. Los pacientes pueden escuchar voces, ver cosas que solo ellos ven, o creer que otros leen sus pensamientos. La patología afecta la individualidad y el dominio de sí mismo, deteriorando además la capacidad de relación con el medio, el funcionamiento social y participación de actividades compartidas.

Se han descrito diversos síntomas, así como tipologías de la enfermedad. Respecto a lo primero, se pueden desarrollar “síntomas positivos” o exceso y distorsión de funciones normales, tales como: alucinaciones (visuales, auditivas, etc), ideas delirantes, lenguaje y comportamiento desorganizado. Y entre los “síntomas negativos”, que denotan una pérdida de las funciones normales, se encuentra el embotamiento afectivo (falta de reacción a estímulos emocionales), dificultad del habla, abulia o apatía, y anhedonia (incapacidad para disfrutar de las cosas agradables de la vida). Por su parte, los subtipos de la enfermedad se pueden clasificar en: esquizofrenia paranoide, desorganizada, catatónica, hebefrenética, y simple.

Respecto a su curso en el tiempo, existen fases agudas y otras más estables, donde junto al uso de antipsicóticos, se vuelve fundamental que el tratamiento incluya el apoyo desde el punto de vista social y la inserción en el medio.