Un estudio publicado en la ‘American Heart Association’ confirmó aquello que los poetas del siglo XVI afirmaban: morir con el corazón roto.

Frecuentemente, se dan casos en que el esposo muere y días después muere la viuda, o que madres sufren infartos fulminantes luego de perder a algún hijo.

Éste, es un fenómeno que deja en claro la importancia de las relaciones humanas cuyos efectos, según el estudio, son ahora incluso más comunes.

Los primeros estudios realizados por cardiólogos japoneses en 1990, identificaron una directa relación entre los problemas cardíacos y el período de duelo, luego de perder a un ser querido.

Este nuevo informe, en cambio, afirma que una persona en ese estado es 21 veces más susceptible a un ataque cardíaco.

En este sentido, doctores del Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston (EEUU), siguieron 2.000 casos de pacientes con problemas cardíacos y reafirmaron la conclusión que aquellos que habían sufrido pérdidas importantes, incluso teniendo el corazón en perfectas condiciones, tenían mayores riesgos de sufrir un cuadro como el señalado.

Específicamente, los efectos secundarios de la partida de un ser querido son que las tasas del corazón se elevan, la presión arterial aumenta, se forma un abundante flujo de hormonas de estrés y crece la adrenalina, además de una mayor probabilidad de coágulos de sangre.

Por otra parte, un estudio realizado de forma paralela en noviembre, asegura que el riesgo es aún mayor para las mujeres.. De hecho, las probabilidades indican que son un 7.5% más propensas a sufrir un infarto en relación a los hombres; cifra que se eleva a un 9.5% en las menores de 55 años.