La Radio cuenta con antecedentes completamente inéditos en torno a la acusación de delitos sexuales en contra del sacerdote católico de nacionalidad belga, llamado Alfonso Gielis, quien es indagado por la justicia de su país bajo los casos de abuso a menores pehuenches.

Se trata de una arista completamente nueva del caso, ya que una persona reconoció ser víctima de las tocaciones deshonestas de parte del religioso cuando éste dirigía la parroquia Nuestra Señora de Fátima en Los Ángeles.

Sin embargo, la declaración marca un referente distinto para los investigadores debido a que, hasta ahora, todos los antecedentes apuntaban a los que los hechos se produjeron sólo en el hogar indígena de Santa Bárbara, donde Gielis fue su director entre los años 1983 y 1992.

Ahí cuatro menores denunciaron ser víctimas de abusos sexuales pero los tribunales chilenos desestimaron los cargos en su tiempo, pese al reconocimiento explícito del sacerdote.

Todo cambió el año pasado cuando la misma denuncia se presentó en los tribunales belgas, indagación que -vía exhorto- ahora continúa la Policía de Investigaciones en Chile.

Los antecedentes revelan que los hechos vendrían desde antes que asumiera el cargo en Santa Bárbara, cuando dirigió la parroquia de Fátima en Los Ángeles a principio de los ’80.

El testimonio, bajo reserva de identidad, corresponde a un profesional que ahora supera los 40 años y quien tuvo una activa participación en la comunidad religiosa en ese tiempo.

De acuerdo al relato, el religioso primero se ganaba la confianza de las familias para luego llegar a los niños.

El acercamiento implicó que después se formara un grupo de niños en torno a las actividades del religioso, los cuales participaron en las distintas actividades parroquiales.

Sin embargo, pronto esa amistad se convirtió en besos en la boca, abrazos muy efusivos y manoseos en distintas partes del cuerpo.

Tras destaparse las acusaciones contra Alfonso Gielis, el denunciante afirmó tener la certeza de que otros menores también pudieron ser víctimas del sacerdote cuando estuvo como párroco en Los Ángeles.

Un dato aportado por el profesional es que los adultos de ese tiempo justificaron la efusividad del religioso porque, supuestamente, esa era la forma de ser en Bélgica.

El hombre advirtió que su preocupación es que las otras posibles víctimas en Los Ángeles ahora estén sufriendo las secuelas de los abusos cometidos por el religioso en ese tiempo.

De acuerdo al denunciante, su vida podría haber sido muy distinta si los abusos hubiesen pasado a mayores.

Para esta víctima, lo importante ahora es denunciar ese tipo de hechos, aunque haya pasado hace muchos años.

A partir de esa experiencia, esta persona planteó como fundamental que los padres tomen los recaudos del caso con sus hijos a fin de que pongan especial atención en ellos y así evitar ese tipo de situaciones.

Cabe destacar que este testimonio aún no es entregado a la Policía de Investigaciones que indaga el caso a pedido de la justicia belga, donde ya ha tomado declaraciones a una treintena de personas, entre víctimas y testigos del Hogar Indígena de Santa Bárbara.