Birmania anunció este martes la liberación de más de 6.300 detenidos, haciendo aumentar las esperanzas de una amnistía para los prisioneros políticos, lo que representaría un gesto simbólico muy importante para los occidentales.

El presidente Thein Sein evocó “razones humanitarias” para la medida y las primeras liberaciones tendrán lugar el miércoles, según la televisión estatal.

Estados Unidos, la Unión Europea y la oposición democrática birmana reclaman desde hace años la liberación de unos 2.000 prisioneros políticos, como prueba de la sinceridad de las reformas políticas.

Después de la liberación en noviembre de 2010 de la más conocida detenida en el país, la premio Nobel de la paz Aung San Suu Kyi, esta medida es considerada como condición sine qua non para suspender las sanciones occidentales aplicadas desde fines de los años 1990.

El anuncio oficial no dio ninguna indicación precisa en ese sentido.

“Aún no tenemos detalles. Nos gustaría saber cuántos prisioneros políticos serán beneficiados y quiénes son “, dijo a la AFP Nyan Win, portavoz de la Liga nacional por la democracia (LND) el disuelto partido de Suu Kyi.

En los últimos días, numerosas declaraciones habían generado un cierto optimismo en las cancillerías occidentales.

Este lunes, responsables gubernamentales indicaron a la AFP que era inminente una amnistía incluyendo a prisioneros políticos.

La Comisión nacional para los Derechos Humanos, organizada el mes pasado por el gobierno, reclamó la liberación de los “prisioneros de conciencia”, utilizando un vocabulario habitualmente excluido oficialmente.

En una carta abierta publicada por el cotidiano en inglés New Light of Myanmar, considerado como portavoz del régimen, destacó que “el secretario general de las Naciones Unidas y un cierto número de países (reclamaban) la liberación de lo que ellos califican de ‘prisioneros de conciencia’”.

El presidente y ex general Thein Sein, que entró en funciones en marzo al disolverse la junta militar, trata desde hace semanas de probar que está decidido a iniciar profundas reformas.

Los gestos simbólicos se multiplicaron así en un país acostumbrado hasta marzo pasado al conservatismo represivo del general Than Shwe, jefe de la junta en el poder desde 1992 y que ahora pasó a retiro.

Thein Sein inició en particular el diálogo con Aung Suu Kyi, que la junta había mantenido en detención durante más de 15 de los últimos veinte años, y a fines de septiembre anunció la suspensión de un proyecto de represa financiado por los chinos para “respetar la voluntad del pueblo”.

La sesión en curso de la Asamblea nacional por primera vez fue abierta a la prensa, y el jefe de la censura estimó que los medios informativas deberían ser liberados de toda coacción. Todos progresos que fueron saludados por Estados Unidos.