Greenpeace publicó este lunes 240 páginas de documentos confidenciales sobre la negociación del tratado de libre comercio entre la UE y EE. UU. TTIP, que muestran grandes desacuerdos entre ambos bloques.

El texto revela asimismo las fuertes presiones estadounidenses para que la UE modifique leyes que considera restrictivas y que se refieren a la protección de los consumidores y el medio ambiente, entre otros.

Los documentos del comité negociador del tratado de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (TTIP, por sus siglas en inglés) que se dieron a conocer, fueron desarrollados con el fin de lograr transparencia en un acuerdo que afecta a millones de personas.

“Lo hacemos para ofrecer transparencia en unas negociaciones sin transparencia”, afirmó Stefan Krug, director de la representación política de Greenpeace Alemania, en la conferencia de internet en Berlín.

Necesitamos un debate público

“Es increíble que unas negociaciones que afectaran a millones de personas se mantengan en secreto”, aseguró sobre unos documentos de los que se desprende que el Gobierno estadounidense está presionando a Europa por el TTIP más de lo que se creía. “Necesitamos un debate público y por eso hemos publicado los documentos”, declaró.

Jürgen Knirsch, experto en comercio de Greenpeace, resaltó por su parte, que aunque en los documentos no se encuentre explícitamente el polémico “pollo clorado”, sí se hallan “propuestas de los estadounidenses sobre cómo debe regularse en un futuro”.

En su opinión, uno de los puntos más preocupantes es que corre peligro el principio preventivo vigente hasta ahora en Europa, por el que sólo se permiten productos que se pueda demostrar que no son dañinos para las personas ni el medio ambiente. Este principio podría ser reemplazado por el de riesgo, vigente en Estados Unidos.

De esta forma, podrían cultivarse y ser consumidos en Europa plantas y alimentos modificados genéticamente muy controvertidos y no autorizados en muchos países, mientras no se demuestre que son perjudiciales.

“Reclaman que siempre deba probarse que algo es negativo”, explicó. “En Europa lo hacemos de manera diferente. Evitamos productos que creemos que son nocivos“, agregó. “Todavía no se sabe realmente qué puede pasar con los alimentos genéticamente modificados, por eso necesitamos el principio preventivo”.