El Papa Francisco llamó el martes a los dirigentes de una Europa “envejecida” a asumir un mayor protagonismo en el mundo y reclamó políticas más solidarias con los pobres y los inmigrantes ilegales.

En dos discursos que sorprendieron por el tono abiertamente crítico, el Papa comparó a Europa con una “abuela” y le pidió que vuelva a ser una “referencia para la humanidad”.

Tras constatar las tensiones políticas persistentes en Europa, el pontífice descendiente de inmigrantes italianos pidió a este continente “replegado en sí mismo” no caer “en las tentaciones del pasado” y asumir un papel protagónico inspirado en los valores cristianos.

El Santo Padre exhortó a los dirigentes europeos “acoger y ayudar” a los inmigrantes ilegales, en momentos en que los partidos xenófobos de extrema derecha ganan terreno en las elecciones más recientes de varios países, incluyendo Francia y Gran Bretaña.

“No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”, dijo el papa argentino, en referencia a los inmigrantes que llegan desde África. “En las embarcaciones que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda”, señaló.

La primera visita del papa Bergoglio a la ciudad sede de las instituciones legislativas europeas duró apenas cuatro horas.

Una anciana infértil

“Desde muchas partes, se recibe una impresión general de cansancio y de envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz”, dijo el papa argentino ante un Parlamento europeo que lo aplaudió, aunque entre bambalinas algunos lamentaron un discurso “agresivo”.

“Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma”, dijo Francisco y reclamó en cambio “una Europa protagonista”.

Francisco se pronunció contra la eutanasia, el aborto y también impugnó la “cultura del descarte” de la economía liberal y los “estilos de vida un tanto egoístas, caracterizados por una opulencia insostenible y a menudo indiferente respecto al mundo circundante y sobre todo a los más pobres”.

“Una de las enfermedades que veo más extendidas hoy en Europa es la soledad, propia de quien no tiene lazo alguno”, dijo Francisco. “Se ve particularmente en los ancianos a menudo abandonados a su destino, como también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro”.

Voces disconformes

En los extremos del espectro político, la mera presencia del Papa en el hemiciclo molestó a los más radicales, por considerarla contraria al principio de laicidad.

Los diputados españoles de Izquierda Unida abandonaron la sala para manifestar su discrepancia. “El Parlamento Europeo no es lugar para ninguna religión, y menos aún una que no me deja escoger con quién me acuesto”, dijo Marina Albiol de IU.

El representante de la izquierda radical francesa, Jean-Luc Mélenchon, también manifestó su rechazo y dijo que “fue un festival de hipocresía”. Y agregó que “los mismos que crean el cementerio (de indocumentados en el Mediterráneo) aplaudieron” al Papa.

El líder histórico de la extrema derecha francesa, Jean-Marie Le Pen (Frente Nacional), manifestó su descontento con un papa “partidario de una entrada masiva de inmigrantes. Espero que se reserve una parte para el Vaticano”.

El viaje no incluyó ceremonias de carácter religioso y los fieles sólo pudieron seguir su visita a través de imágenes transmitidas en directo por una pantalla gigante instalada en la catedral de Estrasburgo.