Ad portas de cumplirse un año del inicio de las movilizaciones en Aysén, y luego de meses particularmente agitados en términos de movilizaciones en las calles, resulta interesante identificar qué lecciones y desafíos nos dejan los hitos suscitados el pasado 7 de febrero.

El conflicto de Aysén se constituye como paradigma de la reivindicación regional. Entendiendo que es un tema común al resto de Chile, país altamente centralista, su motor fue la demanda por temas económicos y sociales que no han hallado respuesta alguna por décadas.

En este caso las peticiones se relacionaban con la existencia de un sueldo mínimo regionalizado, la asignación de zona para los funcionarios públicos, el alto precio de los combustibles, la organización de un plebiscito que permitiese definir posición frente a la construcción de represas y la entrega del estatus de reserva de vida, protección a la pesca artesanal y recursos hidrobiológicos a la región.

Tengo la impresión de que a partir de las movilizaciones estudiantiles de 2011 y las marchas en contra del proyecto HidroAysén, se empieza a conjugar un cambio en la mentalidad de la ciudadanía respecto a la toma de mayores niveles de conciencia social y al autopercibirse como sujetos de derecho. Esto no es menor, considerando que este cambio ha generado una suerte de seguridad en la ciudadanía: los y las chilenos pueden manifestar abiertamente su descontento ante situaciones de injusticia e inequidad.

Un ejemplo a ello han sido las manifestaciones sociales con contenido ambiental, donde la ciudadanía ejerce el “derecho a la no contaminación” a través de la toma de carreteras, como ocurrió en Pelequén en el mes de abril y Montenegro en el mes de mayo, seguidos por el emblemático caso de Freirina.

Las lecciones que dejan estas acciones ciudadanas son múltiples. Respecto de la ciudadanía, es imperioso reconocer el enfoque de derechos que emerge -tal vez sin mucha conciencia- pero que se instala desde la perspectiva del respeto a los Derechos Humanos.

A ello puede agregarse que los límites de la paciencia y de la tolerancia sobre situaciones de vulneración de derechos e inequidad son bastante menores en tiempo y contenido que hace dos años. En otras palabras, se aguanta menos y las conversaciones -en términos de expectativas-solución- son más exigentes.

En términos institucionales, la forma de gestionar el conflicto social y ambiental continúa denotando una incapacidad de predicción y adelantamiento por parte del sistema jurídico y político abismante, lo que, obviamente, genera la sensación de desesperanza aprendida, vale decir, ese sentimiento de que las soluciones siempre llegan tarde, que siempre van por el lado del “restablecimiento del orden” y del empleo de la violencia física y de que, posterior a ello, recién se generan instancias de diálogo.

Respecto a los desafíos que plantea el primer aniversario de este hito, creo que una verdadera mejora al actual modus operandi, sería la canalización de los movimientos ciudadanos. ¿Qué quiero decir con esto? que los procesos de cambio social generados a partir de ellos, culminen en una política pública que integre las necesidades reales y sentidas de la comunidad, así como también, que se creen espacios de participación que posibiliten la interacción de múltiples actores, contribuyendo con ello, al cumplimiento de las expectativas de desarrollo.de los habitantes de los territorios intervenidos.

Antonio Rubio

Antonio Rubio

Antonio Rubio


Licenciado en Sociología de la Universidad de Chile, Diplomado en Gestión Estratégica y Estudio de Organizaciones Asociativas del Programa Interdisciplinario de Estudios Asociativos de la Universidad de Chile y profesor del Diplomado de Gestión de Relaciones Comunitarias de la Universidad Central, en el Módulo Plan de Relaciones Comunitarias.

Se ha desempeñado en el campo de implementación de planes de relacionamiento con comunidades aledañas a operaciones de empresas mineras, sanitarias y de proyectos energéticos, dentro del marco de la convivencia sustentable y políticas de responsabilidad social empresarial. También ejerce la docencia y ha sido invitado como expositor y panelista de seminarios y talleres.