Se parece a nuestra tradicional centolla, pero esta apariencia no sólo es engañosa sino también destructiva. Se trata del Neolithodes yaldwyni, una subespecie del cangrejo rey que, según informan los científicos, está comenzando a arribar a la Península Antártica chilena a un paso preocupante.

La razón es que este crustáceo con patas de hasta 1 metro de largo, busca su alimento cavando profundos surcos de 20 centímetros sobre el lecho marino, lo que tiene un efecto devastador sobre la fauna del lugar.

Según recoge BBC Mundo, el cangrejo era originario del mar de Ross, prácticamente del otro lado del continente Antártico, próximo a Oceanía. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Hawaii encontró 42 Neolithodes yaldwyni en un trayecto de 2 kilómetros tras estudiar una fosa del mar de Weddell, distante 120 kilómetros de la plataforma continental.

Cuando se proyectan estos datos, se estima que un millón y medio de cangrejos pueden estar habitando la fosa de Palmer Deep, donde fueron hallados.

Lo extraordinario del hecho es que estos animales no soportan temperaturas inferiores a 1.4 ºC, condición que hasta el momento había impedido que se extendieran. Pero dado el hecho de que las aguas antárticas están aumentando su temperatura a razón de 0.1 grados por década, los cangrejos han podido proliferar.

BBC Mundo

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“Creemos que en uno o más eventos algunas larvas fueron transportadas por un movimiento de agua más caliente hasta Palmer Deep. Si uno considera el ritmo al que está subiendo la temperatura marina, la plataforma continental podría superar los 1.4 grados centígrados dentro de dos décadas, con lo que los cangrejos podrían sobrevivir en aguas menos profundas”, dijo a la BBC el investigador de la Universidad de Hawaii, Craig Smith.

El daño potencial que el cangrejo podría ocasionar al ecosistema antártico ya tiene referencias. En Noruega, el Paralithodes camtschaticus, otro tipo de cangrejo rey, tuvo tanto impacto que se autorizaron cuotas de pesca comercial para mantener a raya la especie.

En la Antártica sin embargo existen acuerdos internacionales que impiden la explotación comercial de sus territorios, algo que deberá someterse nuevamente a debate si estas especies invasoras comienzan a afectar la fauna del entorno.