Pasar varios minutos bajo la ducha puede ser una instancia relajante, pero también podrías terminar dañando tu piel.

Además de desperdiciar recursos, quedarte más tiempo en contacto con el agua caliente, puede deshidratar tu epidermis.

“Aunque resulte paradójico, el agua altera el manto hidrolipídico (la parte más superficial de la piel) y favorece la pérdida transepidérmica de agua“, advierte María José Cejas, farmacéutica experta en dermocosmética, al diario electrónico El País.

Este efecto empeora si utilizas geles agresivos que arrastran aún más esos lípidos. “Lo mejor para evitarlo es usar jabones sin detergente o bases lavantes suaves (con un pH ácido 5,7)”, precisó.

¿Cuánto tiempo debería durar la ducha?

Una ducha normal debe durar de 3 a 5 minutos. Algunos dermatólogos contemplan hasta 7 minutos. Más que suficiente para mojar, enjabonar y eliminar la espuma de la piel. Más tiempo es innecesario”, complementa.

Claramente ese periodo puede variar si te vas a lavar el pelo. No obstante, en ese caso es recomendable que cierres la llave mientras te aplicas el producto para el cabello.

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Prefiere el agua fría… aunque cueste

Con respecto a la temperatura, es sabido que el agua fría tiene múltiples beneficios, como ayudar a la circulación de la sangre, mejorar el aspecto de la piel e incluso reducir el cansancio muscular después del ejercicio.

Lo ideal es ducharse con agua tibia. Si está demasiado caliente deshidrata y reseca la piel, pudiendo provocar tirantez, irritación e, incluso, descamación“, explica la dermatóloga Mayte Truchuelo, al diario electrónico.

También advierte que hay enfermedades cutáneas, como la urticaria acuagénica o física, que empeora cuando el agua está caliente. Asimismo, otras patologías de carácter inflamatorio, como la dermatitis, se exacerban con las altas temperaturas.

Por otra parte, si prefieres obtener los beneficios del agua fría, pero no te atreves, la especialista recomienda ducharse a una temperatura tibia y terminar el proceso bajo los 20ºC, durante unos segundos.

Cuando salgas de la ducha, “es conveniente secarse con una toalla suave, sin restregar sobre la piel, sino a pequeños toques”, aconseja la dermatóloga.

“A continuación, hay que hidratar la piel con una crema o loción que ayude a mantener su nivel de humedad y su elasticidad. Realizar la hidratación después de la ducha y nada más secar la piel favorece que se retenga parte del agua que queda en capa córnea. Así, incrementamos la duración de la hidratación”, finalizó la especialista.