Una herida infectada o leche con grumos, son imágenes que de seguro te producirán asco inconscientemente. Pero ¿por qué se produce esa sensación?

Un estudio de Val Curtis, profesor y director del Grupo de Salud Ambiental de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, intentó explicar el origen de este fenómeno.

Para la investigación, Curtis y su coautor, Mícheál de Barra, profesor de la Universidad Brunel de Londres, reclutaron a más de 2.500 participantes, quienes leyeron descripciones breves de 75 ideas repugnantes.

“Sentir algo pegajoso en la manilla de una puerta”, “Un gato sin pelo se frota contra tu pierna”, “Ver a una persona hurgarse la nariz” o “Una cucaracha que correr por tu camino“, fueron algunos de los escenarios.

De este modo, los participantes debían calificar la fuerza de su disgusto en una escala de “no asco” a “asco extremo”.

Tras este análisis, Curtis y De Barra, agruparon seis categorías de las cosas que más provocan aversión:

1. Mala higiene en general

2. Los animales e insectos, como ratas y mosquitos, portadores de enfermedades

3. La promiscuidad de actividades sexuales

4. Un problema de apariencia, como un pitido al respirar o una deformidad del cuerpo

5. Lesiones en el cuerpo, especialmente cuando hay un elemento indicador de una infección (furúnculo, pus, etcétera)

6. Alimentos que presentan signos de deterioro

Esta categorización muestra seis factores, que si bien no se relacionan con ‘ver’ directamente microbios y parásitos, pueden desarrollar respuestas conductuales ante enfermedades infecciosas.

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¿Por qué dan asco?

En un principio los investigadores pensaban que los diferentes tipos de asco, correspondían a las enfermedades. “Pero parecía reflejar más bien los tipos de cosas y personas que deberían evitarse para no correr el riesgo de contraer algo infeccioso“, detalla el estudio, según consigna el sitio CNN.

Asimismo, describen que “el asco evolucionó” para protegernos de las enfermedades que existen en nuestro entorno.

“La respuesta de asco hoy puede ser, o no, una buena guía de lo que nos puede enfermar“, detalló Curtis.

En este contexto, explican que la sensación de asco en los humanos, puede relacionarse con la transmisión de enfermedades infecciosas.

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Por ejemplo, en el caso de la “promiscuidad sexual”, los investigadores plantean que se vuelve desagradable, porque arriesga el contagio de enfermedades.

No obstante, la pornografía es un escenario diferente, ya que es “atractiva para algunos como un sustituto sexual, y no conlleva un riesgo de transmisión de enfermedades, como lo hace la promiscuidad”.

Jana Schaich Borg, profesora asistente de investigación en el Instituto Duke de Ciencias del Cerebro, señaló al medio de noticias, que estas 6 rutas generales de transmisión de enfermedades que describen los autores, “ayudarán a los investigadores a formular hipótesis más precisas en el futuro“.

Curtis y sus colegas de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, esperan emplear esta sensación para el bienestar de la población.

“Estamos usando el asco en las campañas de cambio de comportamiento, por ejemplo para hacer que las personas construyan baños y se laven las manos con jabón en países como India y Tanzania“, apuntó finalmente.