Para muchos, acariciarse o tocarse frente al espejo, puede parecer una acción vergonzosa e innecesaria. Sin embargo, muchos estudios confirman los beneficios que trae para el bienestar de las personas.

Una investigación publicada por el American Journal of Psychiatry, señala que las caricias ayudan a calmar el dolor y la depresión. Esto debido a que el contacto con uno mismo, favorece la liberación de oxitocina, una hormona que induce a la relajación y las emociones felices.

Además, un estudio de la Asociación Internacional de Neuropsicoanálisis publicado en la revista académica Frontiers in Psichology, destaca cómo el “autotocarse” puede generar un “yo” más sano. Por otra parte, tiene un papel especial en la formación de nuestra auto-representación corporal.

Si bien el concepto de “acariciarse” puede generar la idea de tener “lástima por uno mismo”, o incluso una señal de baja autoestima, lo cierto es que plantea todo lo contrario.

“Tiene que ver con mostrarse cariño a uno mismo, con ser amables con nosotros. Frecuentemente, nuestro diálogo interno suele ser crítico y destructivo cuando cometemos un error o las cosas no salen como nos gustaría. En cambio, cuando alguien nos pide consejo o se equivoca, mostramos comprensión y cariño. ¿Por qué no hacer lo mismo hacia nosotros?“, plantea la psicóloga Itziar Digón, al medio El País.

De esta forma, no se trata de adoptar una posición de víctima, sino de generar un sentimiento constructivo. Cabe señalar que si bien es más efectivo cuando acariciamos a otra persona, el resultado puede resultar igual de válido viniendo de uno mismo.

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“Si la trabajas de verdad, es una experiencia altamente reconfortante. Cuando uno está mal se siente necesitado del otro, para que le libere y consuele, pero ser capaz de hacerlo solo es muy tranquilizador“, complemente la especialista.

Asimismo, descarta el sentimiento de vergüenza ajena que se puede experimentar al acariciarse. “Las primeras veces, los que somos muy críticos lo rechazamos, pero a medida que lo vas entrenando, reconforta“, comenta.

Aprender a acariciarse

Para iniciar este proceso, en primer lugar debes dejar de lado tu celular. “Desconéctate de la tecnología para no tapar una posible sensación de vacío por medio de esta distracción externa“, explica la psicóloga.

Posteriormente, recostada en una cama o sofá, respira y coloca tu mano en el corazón. “Siente tus latidos con tu contacto”, describe.

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Cuando ya te hayas acostumbrado a esta rutina, puedes dar inicio al segundo paso. “Coloca una de tus manos sobre el otro brazo, y déjala ahí quieta. Cuando estés más relajada, puedes empezar a acariciar tu brazo con los dedos, mostrando amor por ti. Te muestras afecto”, añade la especialista.

Pero no solo las caricias beneficiarán tu cuerpo. Según Digón, también se pueden practicar otros gestos para demostrarte afecto.

“Puedes lanzarte un guiño en el espejo, sonreírte o incluso pintarte los labios. Al final consiste en tomar una actitud positiva“, añade.

Digón reitera que es fundamental olvidarse de los estigmas de esta práctica. Incluso lo compara con una de las lecciones que nos dejó la cuarentena.

“Siempre se ha menospreciado la conexión virtual como menos efectiva. Pues bien, ahora nos está salvando. Sucede lo mismo con estos gestos. Tú mismo puedes ser el catalizador de un cambio a mejor“, finaliza.