El nombre de María Mandl (Mandel en español) quedó catalogado como uno de los más perversos en la historia. Esta mujer austriaca estuvo encargada de la estructuración del campo de mujeres de Auschwitz en plena Segunda Guerra Mundial. Allí fue precursora de crímenes contra la humanidad.

En el detalle recopilatorio se señala que esta mujer fue responsable de la muerte de 500 mil mujeres durante su trabajo en tres campos de concentración. Pese a que existieron cientos de testimonios en su contra, Mandel nunca confesó sus crímenes y negó todos los cargos en su contra durante su juicio en 1947.

Producto de ello es que fue condenada a morir en la horca un 24 de enero de 1948, a la edad de 36 años, en la ciudad de Cracovia (Polonia).

Según detalla el diario español La Vanguardia, María nació en 1912 en la localidad de Münzkirchen. Fue criada en el seno de una familia de escasos recursos, ya que su padre era zapatero y su madre trabajaba en la herrería.

María Mandel | Wikimedia Commons
María Mandel | Wikimedia Commons

Si bien tenía un origen humilde, en su juventud tuvo gran popularidad en su colegio, ya que era considerada como una de la jóvenes más bonitas del pueblo. Esa cualidad la llevó a escalar rápidamente cuando dejó la secundaria.

El citado medio agrega que esta mujer estaba dotada de una personalidad muy avasalladora y era capaz de ir a pedir trabajo a las autoridades de la ciudad sin ningún tipo de vergüenza.

Una vez que Alemania anexó Austria (1938), Mandel tuvo interés por trabajar para el gobierno del Tercer Reich y se acercó al partido Nacional Socialista, aunque nunca se supo si estuvo ligada a éste.

Su primer trabajo en el sector público fue en una oficina de correos de su ciudad, pero a los tres meses fue despedida por expresar ideas contrarias al nacionalsocialismo, aunque finalmente terminó comulgando con ellas.

De acuerdo al libro “Guardianas Nazis. El lado femenino del mal”, de la autora Mónica Álvarez, el primer trabajo de esta mujer en un campo de disciplina fue en Lichtenburg, donde se desempeñó como guardia y no tenía gran contacto con las internas.

María Mandel en juicio | Wikimedia Commons
María Mandel en juicio | Wikimedia Commons

Sus buenas calificaciones hicieron que fuera ascendida y trasladada al campo de concentración de Ravensbrück en 1939. Fue allí donde comenzó a mostrar su faceta más despiadada.

Quienes testificaron contra ella en 1947 la calificaron como un ser “atroz, repugnante y depravado”. Capaz de cometer las peores vejaciones contra las internas de origen judío.

El mencionado libro explica que una de las características más llamativas de Mandel era que no dejaba que nadie la mirara a los ojos, y quien se atrevía a hacerlo era llevado inmediatamente a las cámaras de gas.

Se dice que las internas que tenían mal comportamiento, a los ojos de María, eran condenadas a tandas de azotes que podían ir entre 20 y 100, de acuerdo con la gravedad de su falta.

En pleno castigo, la mujer obligaba a las reclusas a decir en voz alta cuantos golpes llevaba perpetrados. Muchas de ellas caían inconscientes e incluso morían durante esas sesiones de flagelaciones.

Otro castigo consistía en dejar a las internas durmiendo a la intemperie durante el invierno. Las mujeres eran expuestas a temperaturas que llegaban a los 10 grados bajo cero entre las 04:00 de la madrugada y las 09:00. La mayoría murieron de hipotermia durante esas horas.

Su traslado a Auschwitz

María Mandel fue trasladada a Auschwitz en 1942, donde a sus atroces castigos sumó los experimentos médicos con las internas del campo.

De acuerdo a una publicación en el Jewish Virtual Library, la mujer provocaba discapacidad permanente en sus víctimas, ayudaba en experimentos para adelantarles la menopausia o incluso provocar su infertilidad.

María Mandel en juicio | Wikimedia Commons
María Mandel en juicio | Wikimedia Commons

A eso se agrega que sometía a golpes a algunas internas para provocarles fracturas en piernas y brazos. La idea era que después se experimentara en operaciones sin anestesia, que eran realizadas en mesas que no tenían suficiente higiene.

Se dice que a ella le gustaba ver el sufrimiento de las demás mujeres en esas salas, de las cuales muy pocas salían con vida, producto del dolor extremo al que eran sometidas.

El liderazgo de Mandel llegó a tal punto que hasta 1944 fue la encargada de seleccionar a las personas que iban a las cámaras de gas y quienes se salvaban de la ejecución para seguir trabajando.

Producto de esto, María comenzó a ser llamada “La Bestia de Auschwitz”, ya que en sus manos estaba la vida de miles de personas que allí estaban internadas.

En el juicio de 1947, muchas indicaron que ella había “enceguecido” debido al poder que tenía en sus manos, ya que nunca mostró compasión por personas que estuvieran enfermas o desnutridas.

María Mandel | Wikimedia Commons
María Mandel | Wikimedia Commons

Como dato anecdótico, Álvarez sostiene que esta mujer era seguidora acérrima de la música clásica y del autor Giacomo Puccini. Esta obsesión la llevó a fundar la “Orquesta de Mujeres de Auschwitz” entre quienes tenían talento para la música.

Se dice que aquella organización era la encargada de tocar en actos importantes e incluso recibir a los nuevos prisioneros. Si bien Mandel no tenía conocimientos de música, siempre escuchaba con éxtasis las melodías.

Luego de su estadía en aquel campo de exterminio fue trasladada a Mühldorf, donde estuvo hasta 1945, cuando el lugar fue liberado por el ejército de Estados Unidos.

De acuerdo al portal de noticias RT, Mandel logró escapar hasta las montañas de Baviera, pero fue capturada por los norteamericanos en agosto de ese año.

Estuvo en prisión hasta 1947, para luego ser trasladada hasta Polonia para que se celebrara el juicio respectivo por los crímenes cometidos en los últimos seis años.

María Mandel | Wimiedia Commons
María Mandel | Wimiedia Commons

No está clara la cifra de testigos que hubo en aquel mes de audiencia, pero se cree que fueron 50 mujeres las que testificaron contra María Mandel.

Si bien había pruebas concluyentes de que ella había estado involucrada, directa o indirectamente, en la muerte de cerca de medio millón de personas, ella negó los cargos y se declaró inocente.

“Entiendo que ustedes sueñan con una patria, pero recuerden que no hay vida para los que no se rinden”, dijo la mujer en esa oportunidad sobre el estrado.

Finalmente, el juez la declaró culpable y fue condenada a la pena de muerte por medio de la horca. La sentencia no era apelable y debía cumplirse en el plazo de una semana.

Tras varios aplazamientos, la condena se ejecutó el 24 de enero de 1948. Quienes presenciaron el hecho contaron que Mandel pidió perdón a quienes fueron víctimas de sus crímenes.

Antes que la dejaran caer en la horca, sus últimas palabras fueron “Viva Polonia”.