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En el verano de 1990, la sueca Nina Andersson y su amiga Loa emprendieron un viaje en tren por Europa, que las llevó de Budapest a Atenas. En el tren, conocieron a tres jóvenes británicos, entre ellos Derek, el escocés que capturó el corazón de Nina. Tras pasar días juntos, separarse en Atenas y comenzar una relación a distancia a través de cartas, se reencontraron, se casaron y formaron una familia en Suecia. Tras 35 años juntos, siguen enamorados, recordando su historia de amor que comenzó en un tren por Europa y que ha perdurado a lo largo de los años, llenándolos de aventuras y recuerdos.
En el verano de 1990, Nina Andersson junto a su mejor amiga Loa se embarcaron en un viaje en tren por Europa, el que las llevaría a recorrer desde Budapest, en Hungría, a Atenas, en Grecia.
Cuando el ferrocarril llegó a la plataforma, ambas estaban rebosantes de felicidad, pues habían logrado quedarse con uno de los pocos vagones vacíos dentro del atestado tren.
“Soy sueca, en ese momento trabajaba en la radio sueca y había ahorrado dinero para viajar en Interrail. Quería ver toda Europa”, dijo la mujer a CNN.
Sin embargo, a los pocos minutos su suerte había cambiado cuando escucharon golpes en la puerta del vagón.
“Y luego, detrás de la puerta, vemos tres cabezas asomando. Era un escocés, un inglés y un irlandés. Fue como el comienzo de una broma. Y pensé: ‘¿Qué es esto?"”, relató Nina.
Los viajeros se encontraban sin aliento luego de estar corriendo detrás del tren que parecía dejarlos, pero afortunadamente en su carrera este disminuyó su velocidad.
Por supuesto, las amigas hicieron espacio para ellos en el vagón. Momento en que Nina se fijó en que sus edades eran similares, aunque todos muy distintos.
CNN
El británico era Steve, un albañil muy conversador de Londres. El irlandés con un temple más educado y serio era Paul. Pero la atención de la joven se detuvo en Derek, el escocés proveniente de Glasgow.
“Me gustaba bastante la idea de que fuera tan atrevido, pero no grosero. Era casi un niño. Parecía diferente a los otros dos. Era interesante”, admitió.
Esto hizo avanzar la conversación en el grupo, lo que los hizo percatarse de que el tren seguía detenido en la estación.
Tan pronto como se dieron cuenta, se enteraron por el boca a boca que los empleados ferroviarios estaban en huelga y el ferrocarril no iba a partir pronto.
Pero lejos de preocuparse, Nina solo podía concentrarse en Derek.
Lo que ella no sabía era que el escocés ya se había fijado en ella antes, sin que se diera cuenta.
Mientras estaban en otra estación, Derek escuchó las carcajadas de Nina, quien se reía junto a Loa mientras esperaban el tren, pero recién se dio cuenta de ello cuando la volvió a ver en el ferrocarril detenido.
Así pasaron las horas y las conversaciones entre ambos. Hablaron de su amor por la naturaleza, de que Derek era voluntario de Greenpeace y de sus respectivos países. Suecia y Escocia.
Dos extraños atascados en el interrail por dos días
Pronto, luego de compartir con los demás pasajeros, pasaron dos días completos y aunque nada los detenía de irse, todos pensaban que en cualquier instante el tren podría partir y retomar el viaje.
Lo que eventualmente ocurrió, pero no sin contratiempos, pues cuando llegaron a la frontera griega hicieron descender a todos los pasajeros a un terminal de buses, donde el grupo se unió para lograr subir a uno. “Luchamos juntos”, dijo Derek.
Sin embargo, cuando llegaron a Atenas, Nina y Loa emprendieron el viaje a la isla Egina, dejando a sus nuevos amigos atrás, y a Derek. Lo que embargó a ambos en profunda tristeza, aunque no lo admitieron.
Pero el sentimiento era colectivo, pues el grupo de amigos, después de un día de paseo por Atenas, decidió ir también a la isla.
Mientras se bañaban en la playa, Nina y Loa divisaron al grupo.
“Entonces vimos a estos tres chicos pálidos que vienen hacia nosotros. Parecían algo familiares. Pensamos que debían ser británicos porque todavía no estaban bronceados. Y efectivamente, eran estos tres tipos del tren”, recordó Nina.
Así, el nuevo grupo de amigos se aventuró a conocer la isla, lo que consistía en tomar sol, nadar y comer en “bares baratos”, apuntó Derek. Y aunque hasta ahí todo se trataba de una amistad, una noche decidieron ir solos al mar.
Ahí, en medio de la noche y completamente solo, Nina y Derek se dieron su primer beso.
Los días pasaron rápido y era hora de que cada uno retornara a sus respectivos hogares. Derek a Escocia y Nina a Suecia, por lo que la separación era inminente.
“Si no he oído nada en dos semanas, entonces no voy a saber de él”
Y aunque la joven pensó que no volvería a verlo jamás, su amiga tomó la decisión por ella y le pidió su dirección al escocés, la cual le entregaría solo si Nina lo pedía. Había visto que algo crecía entre ellos.
Mientras armaba un álbum de recuerdos de su viaje, su amiga le reveló que tenía la dirección de Derek y Nina decidió comenzar a enviarle cartas. Sin embargo, estas demorarían al menos ocho días en ser respondidas.
Pese a que esperaba con ansiedad una señal del escocés, pensó: “Si no he oído nada en dos semanas, entonces no voy a saber de él”, contó a CNN.
Al octavo día se dio cuenta de que no era la única que esperaba una respuesta, pues antes de lo esperado recibió una postal de Derek.
“Ahora mis compañeros me creerán cuando les diga que fui a nadar a medianoche con una chica sueca, pensaron que me emborrachaba y me caía”, le escribió.
Desde ahí comenzaron una relación a distancia que se sustentaba en sus intercambios de cartas, lo que llevó a Nina a visitar escocia un año después.
Derek la llevó a conocer la mayor parte de Glasgow por dos días, puesto que luego tenía que asistir al matrimonio de su hermano, sin embargo, Nina también terminó yendo a la ceremonia, donde tuvo que usar un vestido que la cuñada del escocés le prestó a regañadientes. A nadie de la familia le quedaba aún muy claro cuál era la relación entre ambos.
CNN
Excepto a la madre del escocés, quien la presentó ante todos como la “novia de Derek”. Aunque en un comienzo Nina la corregía, pronto terminó por aceptarlo y así también una propuesta implícita del viajero al que conoció en un tren.
En 1994, luego de tres años de relación a larga distancia, decidieron casarse e irse a vivir a Londres, adonde Derek se había trasladado recientemente por trabajo.
Nina llegó al aeropuerto con dos preciadas pertenencias: una radio y su vestido de novia.
Juntos se mudaron a un pequeño departamento que podían pagar con sus salarios, y aunque no estuvieron exentos de problemas financieros, descubrir su amor los sostenía. Pero cuando Nina quedó embarazada de Alice, optaron por volver a Glasgow, para estar cerca de la familia.
Con el tiempo se sumaron Rubin y Hugo, su segundo y tercer hijo.
Desde aquello han pasado 35 años y Derek y Nina siguen más enamorados que nunca, ahora viviendo en Suecia. Aunque en el transcurso no dejaron de tener aventuras por Europa. Tal como relatan, para cuando los niños tenían 18 años ya habían conocido más de 20 países.
En uno de estos precisamente, Derek volvió a la estación de trenes donde vio por primera vez a Nina en Budapest y le pidió a su hija Alice sentarse en el mismo banco donde vio a su madre cuando eran unos veinteañeros y se enamoró de ella. Guarda la fotografía hasta hoy la que calificó como su “favorita”.
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