Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha incluido la pérdida del olfato dentro de los síntomas del Covid-19, las estadísticas demuestran que un número significativo de pacientes a nivel mundial sí lo presentaron.

Jesús Porta-Etessam, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología, señaló al sitio de la BBC, que “fue el primer síntoma en prácticamente el 30% de los pacientes” de su estudio, y en un 5% se presentó como la única señal de la enfermedad.

“Estos virus, formados por partículas muy pequeñas, van al techo de la nariz. Y ahí es donde afectan los receptores del sentido del olfato, que son órganos muy delicados”, explica Nirmal Kumar, presidente de ENTUK, grupo británico de especialistas en oído, nariz y garganta, al medio El País.

No obstante, el sentido del olfato también puede entregar pistas falsas a nuestro organismo, provocando que nos preocupemos más de la cuenta.

En este contexto, el doctor Miguel Fresnillo, del Instituto de Otorrinolaringología IOM, señala que la mayoría de las veces, no implica ninguna patología grave. Asimismo, detalla que puede tratarse de síntomas muy frecuentes derivados de catarros e infecciones virales.

Entran por las vías respiratorias y lo primero que encuentran es la nariz. El nervio olfatorio comparte núcleo con el del gusto, de tal manera que cuanto pierdes el olfato, pierdes el gusto en mayor o menor medida”, describe el especialista

Eric Holbrook, otorrino de Harvard, puntualiza que los trastornos del olfato afectan al 19% de la población mayor de 20 años y al 25% mayor de 53. “Si se considera su pérdida solo por el envejecimiento, una de cada ocho personas entre 53 y 91 se verá afectada durante un período de cinco años”, expone.

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De acuerdo a las causas más comunes de este síntoma, Holbrook detalla que ocurre como el resultado de una infección de las vías respiratorias superiores, lesiones en la cabeza, enfermedad sinusal crónica y envejecimiento.

Asimismo, plantea que un origen común, es la rinitis por alergia al polen, según un estudio realizado por investigadores del Hospital Municipal de Badalona y el Clínic de Barcelona en 2008.

La hiposmia, es otra alteración en el olfato de las personas. “Sus posibles causas son enfermedad nasal o paranasal, terapia con radiación y exposición a toxinas como el humo del cigarrillo, entre otras”, describe Miguel Fresnillo.

“Una de las primeras cosas que señalan las personas que han dejado de fumar, es que empiezan a percibir olores que antes no percibían“, detalla.

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Otra distorsión, es la parosmia, donde los olores huelen drásticamente diferentes a como las personas lo recordaban.

Asimismo, puede tratarse de una alucinación olfativa, llamada fantosmia. “Se huele un olor que no está presente (…) Afecciones como la enfermedad de Alzheimer o la de Parkinson pueden estar asociados con la pérdida del olfato“, advierte Holbrook.

Se puede recuperar el olfato

De acuerdo a los especialistas, estos síntomas pueden mantenerse durante meses, impidiendo por ejemplo, reconocer si lo que estás cocinando se está quemando o no.

No obstante, cuando la pérdida del olfato está relacionada con infecciones o lesión en la cabeza, se puede recuperar. Sin embargo, este proceso puede tardar más de un año y en ocasiones los pacientes presentan dificultades para reconocer el cambio.

“Lo primero que hay que hacer es descartar la existencia de alguna lesión importante; una vez que compruebas que no la hay, se procede a un tratamiento antiinflamatorio, con corticoides, pensando que ese nervio está inflamado y va a ayudarle un poco”, detalla Fresnillo.

“En los casos en que la pérdida del olfato resulta de la enfermedad sinusal, los esteroides orales y tópicos a menudo proporcionan alivio. A veces se requiere cirugía para reducir la obstrucción de los olores a las células nerviosas sensoriales”, añade Holbrook finalmente.