El invierno puede ser muy agradable para quienes disfruten los momentos lluviosos, de frío y lo grisáceo de los días. Sin embargo, existe un grupo de personas que podrían verse afectadas por las estaciones donde el sol no es siempre el protagonista.

Se trata de aquellos que padecen trastorno afectivo estacional (TAE). Este desorden, es un tipo de depresión “relacionado con el cambio de estaciones. Comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año”, señala Clínica Mayo.

Los síntomas aparecen al finalizar el otoño a al inicio del invierno, desapareciendo cuando llegan los días soleados o el verano. “Con menor frecuencia, las personas que muestran el patrón opuesto tienen síntomas que empiezan en la primavera o el verano. En cualquiera de los casos, los síntomas pueden ser leves al principio y agravarse a medida que avanza la estación”, explican desde Clínica Mayo.

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La sintomatología común es sentirse deprimido gran parte del día (o todos los días), perder interés en actividades que antes te gustaban, disminución de energía, cambios en el peso y apetito, estados de inquietud o de sentir pereza, problemas para conciliar el sueño, e incluso, en los casos más graves, tener pensamientos o tendencia suicida.

No obstante, los especialistas han expuesto síntomas específicos por estación. Por ejemplo, cuando este trastorno se genera en otoño o invierno, los indicios suelen ser sueño excesivo, cambios en el apetito (aumentan las ganas de consumir alimentos ricos en carbohidratos), aumento de peso, cansancio o falta de energía.

En los casos donde este desorden aparece en primavera o verano, los síntomas son trastorno del sueño asociado al insomnio, falta de apetito, adelgazamiento, nerviosismo y ansiedad.

Pero ¿qué desencadena este trastorno? De acuerdo al psiquiatra de la Clínica Alemana, Guillermo Gabler, “en invierno nos afecta la menor cantidad de horas de luz y esto se acentúa en personas con mayor sensibilidad”.

El especialista señaló a través de un comunicado que “las personas con una mayor sensibilidad pueden desarrollar lo que se denomina trastorno afectivo estacional (TAE) y tiende a presentarse con más frecuencia en mujeres”.

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Según el profesional, este trastorno puede aparecer después de los 20 años y alrededor de un 7% de las mujeres a nivel mundial lo padecen. “Los episodios más severos tienden a darse en personas con antecedentes de trastorno del ánimo o de sufrimientos anímicos no estacionarios”.

Por su parte, el psiquiatra del Hospital General de Massachusetts, especializado en Harvard, Paolo Cassano, señaló en un comunicado de dicha universidad que “no es una afección menor, pero debido a que las personas generalmente la experimentan solo durante ciertos meses, no la ven como un problema grave. Sin embargo, se debe tratar”.

Paula Molina, química farmacéutica, explicó en un comunicado que “el nivel reducido de luz en los meses frío, tanto en tiempo como en intensidad, podrían afectar el ritmo circadiano (o reloj biológico) así como también los niveles de serotonina y melatonina, neurotransmisor y hormona que afectan los estados de ánimo, respectivamente, además de un déficit de vitamina D”.

¿Cómo tratar el TAE?

Si bien este trastorno genera cuadros depresivos, no es lo mismo que una depresión. “Las personas tienden a desarrollar hipersomnia (dormir mucho), sufren un desgano físico importante, comen mucho, especialmente, carbohidratos y dulces. Luego, vienen los signos propios de toda depresión: empieza la anhedonia, el síndrome de incapacidad de disfrutar”, agrega el psiquiatra Héctor Duque de la Clínica Alemana.

Pero para obtener un diagnóstico óptimo, los especialistas señalan que este estado anímico debe permanecer por más de una semana y se confirma que una persona lo padece, cuando ha vivenciado estas sensaciones durante más de dos años en las estaciones mencionadas.

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Uno de los principales tratamientos, es la luminoterapia, la cual consiste en “la exposición a la luz blanca a través de un box lumínico con lámparas especiales. Se colocan a 90 cm. de distancia del cuerpo, apuntando de manera indirecta hacia la retina por un periodo que va desde los 30 minutos a una hora diaria, de preferencia en las mañanas”, explican los especialistas de la Clínica Alemana.

Además de esto, es necesario la terapia conversacional y cambiar algunos hábitos cotidianos, implementando horas de ejercicio y manejo de estrés, además de aprovechar los momentos donde el sol está completamente presente para absorber esa luz y energía, de acuerdo a recomendaciones del Servicio Nacional de Salud (NHS) de Reino Unido.