Todos hemos experimentado momentos en que nuestro cerebro parece un disco rayado, repitiendo incansablemente un mismo pensamiento o situación. Este fenómeno, conocido científicamente como rumiación mental, tiene una base neurobiológica que la ciencia moderna ha comenzado a descifrar.
“Cuando una persona comienza a ‘darse vueltas’ mentalmente sobre un problema, está activando circuitos cerebrales específicos que pueden quedar atrapados en un bucle de retroalimentación“, explica el doctor Álvaro Romero, neurólogo de Clínica INDISA.
“No es simplemente falta de voluntad; hay estructuras cerebrales concretas que participan en este proceso”, específica el experto.
“La rumiación se da una paradoja: algo como el pensamiento, que por definición es dinámico y cambia constantemente, se vuelve casi estático y encerrado en un circuito que lo hace moverse en bucles”, explica por su parte el portal Psicología y Mente.
Rumiación mental
Un artículo publicado en Nature Reviews Neuroscience en 2011, ya revelaba que cuando estamos rumiando hay una desconexión entre el sistema ejecutivo del cerebro (responsable de la toma de decisiones) y las áreas emocionales.
Esto explica por qué resulta tan difícil “salir” de estos bucles de pensamiento mediante la simple voluntad.
“El cerebro literalmente queda ‘enganchado’, creando caminos neuronales cada vez más profundos que hacen que estos patrones de pensamiento sean más automáticos con el tiempo”, puntualiza el doctor Romero.
“Es como cuando un río forma un cauce por el que siempre fluye el agua”, añade.
La red responsable del “piloto automático”
Las investigaciones científicas han identificado un sistema cerebral clave en este fenómeno: la Red Neuronal por Defecto (Default Mode Network o DMN).
Esta red, descubierta accidentalmente en 1997 por investigadores que estudiaban la actividad cerebral en estado de reposo, es especialmente activa cuando no estamos concentrados en tareas específicas.
“La DMN es como el ‘piloto automático’ del cerebro”, comenta el especialista. “Cuando está sobreactivada facilita que nos quedemos atrapados en pensamientos repetitivos sobre nosotros mismos, nuestro pasado o futuro, sin llegar a conclusiones útiles”, agrega.
Consecuencias de la rumiación mental para la salud
Vale destacar que la tendencia a darle vueltas a los pensamientos no es solo una molestia pasajera. La rumiación crónica está asociada con:
-Mayor riesgo de desarrollar depresión y ansiedad.
-Alteraciones en la calidad del sueño.
-Disminución de la capacidad para resolver problemas.
-Deterioro de la memoria de trabajo.
-Debilitamiento del sistema inmunológico.
Una de las características de la depresión es la falta de motivación, de la capacidad para fijarse metas que no sean inmediatas, así como el sedentarismo, dos factores que están relacionados también con la rumiación, explica el portal.
La buena noticia es que, gracias a la neuroplasticidad, es posible modificar estos patrones cerebrales.
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) ha demostrado ser particularmente eficaz para abordar la rumiación. “La ACT nos enseña a relacionarnos en forma diferente con nuestros pensamientos”, plantea el doctor.
“No se trata de eliminarlos, sino de observarlos sin fusionarnos con ellos, reconociéndolos como eventos mentales transitorios, no como verdades absolutas“, indica.
Esta terapia, junto con prácticas de mindfulness, ha demostrado reducir la actividad de la Red Neuronal por Defecto y fortalecer las conexiones en las áreas cerebrales asociadas con la atención y el control cognitivo.
Según el portal Psicología y Mente, el deporte, la caminata y acudir a psicoterapia puede reducir los niveles de estrés y liberar el foco de la atención sobre esos temas.