Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Durante septiembre, ocurrieron siete suicidios en las estaciones del Metro de Santiago, generando preocupación sobre cómo abordar esta situación. Factores como cambios estacionales y eventos sociales pueden agravar la vulnerabilidad de personas con depresión. La exposición mediática inadecuada puede aumentar el riesgo suicida. Es crucial hablar abierta y responsablemente sobre la depresión y el suicidio, buscando ayuda profesional y apoyo. La empatía, la compasión firme y la conexión humana son clave para apoyar a quienes sufren. Se deben identificar señales de alerta como el aislamiento social y el consumo de sustancias.
Durante el mes de septiembre, siete personas decidieron atentar contra su vida en estaciones del Metro de Santiago. Un registro que interpela y busca replantear la manera en que podemos fijarnos al momento de presenciar un intento de suicidio. ¿Qué comportamiento adoptar y cuáles son las señales de alerta a considerar para prevenir un suicidio?
BioBioChile conversó con Cristóbal Carrasco Gubernatis, psicólogo clínico y miembro del Comité de Manejo del Estrés de la Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida (Sochimev).
De acuerdo con el especialista, el país enfrenta problemas estructurales para abordar las enfermedades relacionadas con la salud mental.
“En Chile, uno de los principales problemas es la escasez de profesionales y la falta de acceso a tratamientos especializados. A esto se suman las largas listas de espera y las dificultades para acceder a hospitalizaciones, lo que configura un escenario complejo y con múltiples limitaciones”, comenta Carrasco, al principio de la entrevista.
En este contexto, el profesional explica que hay una serie de factores a considerar, tales como los cambios de estación y ciertos períodos de alta interacción social —como las fiestas de fin de año— por lo que suelen acentuar la vulnerabilidad en personas con cuadros depresivos.
“El contraste entre la alegría que se percibe en el entorno y la tristeza o desesperanza interna hace más evidente lo que ya estaba ocurriendo en el plano individual”, añade.
Respecto al aumento de casos en primavera, puede entenderse como el resultado de un contexto social y ambiental particular. El cambio de clima y de horario influye en la regulación del ánimo, generando en algunas personas mayor inestabilidad emocional. Esto puede traducirse en impulsividad, un factor de riesgo importante —aunque no el único— para la conducta suicida.
Un factor adicional —afirma Carrasco— es la forma en que los medios comunican los casos de suicidio. La exposición pública y la cobertura inadecuada pueden aumentar el riesgo de que personas que ya lo han considerado intenten llevarlo a cabo. Esto vuelve el fenómeno aún más complejo a nivel social, porque no es atribuible a un único responsable, sino que involucra múltiples dimensiones.
¿Cómo prevenir la conducta suicida y los cuadros depresivos?
La ideación suicida —es decir, la aparición de pensamientos sobre la muerte como una posible salida al sufrimiento— constituye un criterio de gravedad en la depresión. No todas las personas con depresión la presentan, pero es un fenómeno frecuente y, lamentablemente, todavía rodeado de tabúes. Hablar de ello de manera abierta y responsable es clave, sostiene Carrasco.
En este sentido, el rol de los medios de comunicación es fundamental. Si cada vez que se aborda el tema del suicidio se acompañara de información sobre líneas de ayuda y canales de apoyo, el mensaje tendría un carácter constructivo y preventivo. “Para alguien en crisis, la diferencia puede estar en encontrar un recurso inmediato al alcance”, explica Carrasco a la presente redacción.
Respecto a cómo la depresión puede llevar a una persona a terminar con su vida, es importante subrayar que no se trata solo de factores individuales. Lo decisivo es la interacción entre el sufrimiento interno y los factores contextuales. Las redes de apoyo, los entornos familiares, laborales y comunitarios son determinantes, expone el psicólogo. “La posibilidad de contar con espacios donde pedir ayuda o, por el contrario, la ausencia de ellos, puede marcar el curso de una crisis”, complementa Cristóbal Carrasco.
Pexels | Imagen de contexto
“Por eso, tanto la depresión como el suicidio no deben entenderse únicamente como fenómenos individuales, sino como experiencias que emergen de la interacción entre la vivencia personal y el contexto social en el que la persona se encuentra”, agrega.
Respecto a las señales de alerta en salud mental, en términos generales cualquier cambio significativo en la conducta puede ser relevante. Entre ellos, uno de los más importantes es el aislamiento social. Este puede manifestarse de distintas formas: dejar de relacionarse físicamente con los demás, cortar la comunicación con personas significativas o responder siempre que “todo está bien” aun cuando es evidente que no lo está.
“Otro aspecto a considerar es el consumo de sustancias. En nuestra cultura, el aumento del consumo de alcohol, tabaco o marihuana suele estar normalizado, pero en muchos casos es un indicador de que algo no anda bien. Son señales que desde el exterior pueden observarse con mayor claridad”, remarca Carrasco.
“En realidad, cualquier comportamiento que se aparte de lo habitual en una persona debería ser entendido como una invitación a abrir una conversación, más que como un signo definitivo de alarma. Lo delicado con la depresión y el suicidio es pensar que preguntar por ello puede incitar a la persona. La evidencia muestra lo contrario: cuando alguien cercano pregunta de manera directa si la persona ha pensado en la muerte o en el suicidio como una salida, esto suele generar apertura y disminuye el aislamiento. Es un punto de partida para hablar de lo que está ocurriendo”, asevera Carrasco, que también es Magíster en Neurociencia Social de la Universidad Diego Portales.
Por lo mismo, atender al aislamiento social, al incremento en el consumo de sustancias, a problemas persistentes de sueño, y a la presencia de entornos en los que ya han existido intentos de suicidio o cuadros depresivos, son factores que merecen especial atención.
¿Cómo podemos ayudar a una persona que experimenta sufrimiento psicológico?
Respecto a qué decir y qué evitar, hay algunos principios claves, puntualiza Carrasco Gubernatis. Lo más importante es escuchar, preguntar y validar. “Si la persona expresa que está sufriendo, no debemos poner en duda ni su dolor ni las causas que lo originan”, indica.
En paralelo, es fundamental buscar ayuda profesional cuando existe la sospecha o certeza de que alguien atraviesa un momento crítico. El sufrimiento psicológico puede estar vinculado a distintos diagnósticos y, en la mayoría de los casos, existen tratamientos eficaces. Eso significa que el alivio y la recuperación son posibles.
Por lo mismo, lo que no debemos hacer es minimizar. “Se trata de actuar de manera consciente, con compasión y cuidado, pero también con firmeza en la búsqueda de apoyo. A veces se entiende la compasión solo como suavidad o contención, pero en este contexto hablamos de una compasión firme, que implica acompañar y guiar a la persona hacia un camino donde pueda recuperarse y conectar con lo que le hace sentido en la vida”, reflexiona el psicólogo clínico a BBCL.
“Un mensaje valioso que podemos transmitir es el de humanidad compartida. Las personas que atraviesan una depresión no están viviendo algo extraño o ajeno, sino una experiencia profundamente humana que, en distintos momentos de la vida, cualquiera podría experimentar. Todos podemos enredarnos en pensamientos dolorosos y sentir que ciertas ideas aparecen como soluciones al sufrimiento”, afirma Cristóbal Carrasco.
“Aunque no tengamos acceso directo al mundo interno de quien sufre, ese dolor probablemente no es tan distinto de nuestras propias luchas. Recordar esto nos ayuda a conectar desde la empatía: estamos juntos en la misma condición humana, acompañándonos mano a mano en momentos difíciles. Por eso, al brindar apoyo, conviene ofrecer lo que también nos gustaría recibir en una situación de desesperanza: calidez, contención y firmeza. Estas cualidades pueden marcar una diferencia significativa en el camino hacia el alivio y la recuperación”, comenta.
“Lo esencial es acompañar y asegurarse de que la persona no quede sola, hasta que ella y su red de apoyo reciban la orientación profesional que necesitan”, cierra Carrasco.
Si atestiguas o vives una crisis emocional, o incluso tienes dudas al respecto, Diprece (División de Prevención y Control de Enfermedades), puedes acceder a la Línea Especializada de Prevención del Suicidio, marcando desde teléfonos móviles *4141. Esta línea está disponible las 24 horas, todos los días de la semana.
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Este artículo describe un proceso judicial en curso
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Suicidio
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de Salud tiene un teléfono de ayuda atendida por profesionales todos los días del año y las 24 horas,
marcando desde celulares el *4141. Además, puedes recurrir a Salud Responde en el 600 360 7777.
Las personas sordas pueden recibir asistencia ingresando a
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