De acuerdo a un reciente estudio científico, un intestino sano propiciaría retrasar el desgaste de los talómeros, secuencias de ADN que se acortan cuando las células se dividen. ¿Esto qué significa? Que un buen intestino podría ayudar mejorar la esperanza de vida.

Un grupo de científico descubrió que el correcto cuidado de un órgano específico del cuerpo, el intestino, puede prolongar la esperanza de vida de ciertas personas, ¿por qué?

Se trata de un estudio realizado por la el Instituto de Investigación sobre el Cáncer y el Envejecimiento de la Universidad de Côte d’Azur en Francia, publicado en la revista Nature Aging.

Intestino sería vital para tener una vida prolongada

Los telómeros, secuencias complejas de ADN que se encuentran en los cromosomas, son indicadores del paso del tiempo y se acortan cada vez que una célula se divide, según la ciencia.

Lo anterior provoca la muerte de la célula y, por consiguiente, el envejecimiento del cuerpo.

Con esto en cuenta, los investigadores introdujeron un fragmento de ADN dentro de un pez cebra, que hizo que las células intestinales produjeran una enzima que alarga los telómeros, por ende, la vida de las células.

Con esto, el estudio concluyó el intestino se conservará más joven y que todo el cuerpo se beneficiaría con una mayor salud y longevidad, aumentando la esperanza de vida.

Sin embargo, aún no se sabe con certeza si tener un intestino sano, además de propiciar vivir más, disminuye el riesgo de enfermedades como cáncer o gastrointestinales.

¿Qué alimentos ayudan a tener un intestino sano?

Teniendo en cuenta el descubrimiento científico, según la Universidad de Tufts de Boston, existen ciertos alimentos que contienen nutrientes antiinflamatorios y antioxidantes que pueden reducir la erosión de los telómeros.

En ese sentido, el té verde, la cúrcuma, salmón, zanahorias, damascos, kiwis, la palta, la rúcula, el arroz integral, y las semillas de sésamo, contribuirían a frenar el deterioro celular.

Por el contrario, el consumo frecuente de carnes rojas y alcohol ejerce un impacto negativo sobre la longitud telomérica. Además, está asociado al riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como cáncer, hepatitis y diabetes.

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