Si bien este síndrome no causa dolor, puede llegar a tener un impacto en la vida cotidiana del paciente. Quienes lo padecen, tienen que aliviar su incomodidad moviendo sus extremidades.

Es común que cuando una persona está estresada o inquieta, mueva incesantemente sus piernas. Sin embargo, esa acción podría ser un síntoma de una afección mucho más compleja: hablamos del síndrome de las piernas inquieras (SPI). Se trata de un trastorno neurológico que produce una sensación de molestia –no dolorosa- en las extremidades, que obliga a moverlas de forma constante.

En algunos casos, este problema del sistema nervioso, también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, puede llegar a ser crónico y la única manera de superar la incomodidad que provoca es agitar las piernas o caminar.

De acuerdo con la clínica estadounidense Mayo, esta patología puede presentarse a cualquier edad y empeorar con el paso de la edad. Incluso podría interrumpir el sueño y, con ello, interferir en las actividades cotidianas de una persona.

Si bien, no hay una causa exacta respecto a su origen, hay ciertos factores que pueden estar relacionados. En este sentido, la Dra. Pilar Rubio, especialista del servicio de Neurofisiología Clínica del Hospital Universitario y Politécnico La Fe (España), explicó al medio Infosalus que “el trastorno puede presentarse de forma espontánea o bien asociarse a otras patologías entre las que cabe destacar el déficit de hierro o la insuficiencia renal terminal”.

“También se ha relacionado con procesos como diabetes mellitus, trastornos reumatológicos, así como afecciones neurológicas, entre ellas la enfermedad de Parkinson. En afecciones gastrointestinales como la celiaquía y la enfermedad de Crohn, también ha sido descrita dicha asociación”, acotó la experta en salud.

¿Cómo saber si padezco el síndrome de las piernas inquietas?

Dependiendo del paciente, la sensación de incomodidad que provoca este trastorno es descrita de diferentes maneras. No obstante, hay ciertas señales que son comunes en todos quienes padecen esta afección. La principal característica es la necesidad irresistible de mover las extremidades, principalmente las piernas y, en algunos casos, los brazos.

Asimismo, los pacientes pueden padecer un aumento significativo de los síntomas durante los momentos de inactividad, como al estar sentado durante un tiempo prolongado o al dormir.

También, si la persona siente alivio con el movimiento, puede ser una señal clara de sufrir este síndrome. En varios casos, los pacientes describen esta extraña sensación como un hormigueo, ardor o tirón a lo largo de toda la pierna.

De acuerdo con el Manual de Medicina de Merck, los episodios de esta afección neurológica se presentan de manera espontánea y se agravan con las situaciones de estrés. Además, pueden dificultar la concentración del paciente y el desarrollo de sus tareas diarias.

Diagnóstico y tratamiento

No existe un examen específico que ayude al especialista a determinar si una persona padece esta enfermedad neurológica, sin embargo, dependiendo de los síntomas que presente, los antecedentes familiares y el historial clínico (otras enfermedades y medicamentos que consume) pueden ayudar a esclarecer un diagnóstico y descartar otras complicaciones que comparten similitudes.

Por otra parte, no hay un tratamiento específico que solucione del todo esta patología y estará sujeto a qué lo produce. Asimismo, el médico puede recetar fármacos dopaminérgicos, usados frecuentemente para esta de trastorno.

La Clínica Universidad de Navarra (España) menciona que “debido a su gran efectividad en el control de los síntomas de esta entidad, se sugiere que la dopamina está implicada en la aparición de este cuadro clínico”.

Otros tratamientos no farmacológicos que pueden atenuar los síntomas podrían ser los baños con agua caliente, los ejercicios de estiramiento y los masajes en las piernas.

Por su parte, el Instituto Europeo del Sueño aconseja mantener una rutina de descanso nocturno regular, disminuir el consumo de alcohol, tabaco y café; realizar actividad física de forma moderada y adoptar una dieta sana, rica en vitaminas y minerales.

Cabe mencionar que, ante cualquier señal de preocupación, es recomendable visitar a un especialista para iniciar un tratamiento oportuno en caso de ser diagnosticado. Una atención temprana puede evitar que los síntomas se agraven y mejorar la calidad de vida del paciente.