En la investigación participaron más de mil personas que poseen estas modificaciones corporales, quienes se sometieron a una serie de preguntas para recabar información. Los expertos aclararon que como se trata de un estudio transversal basado únicamente en una muestra de población, no se puede establecer una relación causal definitiva.

Los tatuajes y piercings se han convertido en una tendencia bastante popular en la sociedad actual. Sin embargo, más allá de lo estético o expresiones individuales de cada persona, la ciencia podría tener una teoría distinta respecto a estas modificaciones corporales.

De acuerdo con un estudio publicado en la BMC Psychology, los piercings y tatuajes pueden presentar más en personas que han atravesado por abusos o abandono infantil. Estas modificantes se usan como “medio para hacer frente a la adversidad anterior y ser una expresión de autonomía”, sostiene la investigación.

“Encontramos asociaciones consistentes de abuso y negligencia y la presencia de modificaciones corporales. Los tatuajes y los piercings no solo eran más comunes entre los que informaron de cualquier tipo de adversidad en la infancia, sino que sus tasas de prevalencia también aumentaban con una mayor gravedad de todos los tipos de abuso y negligencia”, escribieron los autores en su artículo.

Investigaciones anteriores sobre individuos con tatuajes y piercings los han relacionado con una menor autoestima y una mayor necesidad de singularidad. Sin embargo, hay una falta de investigación sobre la modificación corporal y el abuso infantil, que este estudio pretende abordar.

Hallazgos de la investigación

Los investigadores del estudio, a cargo de la psicóloga Mareike Ernst, del Departamento de Medicina Psicosomática y Psicoterapia del Centro Médico Universitario de Maguncia (Mainz), reclutaron a más de mil participantes de Alemania, con edades comprendidas entre los 14 y los 44 años.

A los participantes se les hizo una serie de preguntas para recabar su información sociodemográfica, incluyendo si tenían tatuajes o piercings y si habían sufrido algún tipo de abuso o negligencia en la infancia, así como el alcance del abuso o la negligencia.

El 40% de los participantes tenía, como mínimo, un tatuaje o un piercing; entre ellos, solo el 35% no tenía antecedentes de abuso o abandono infantil. Pero del 25% del total de los participantes, que declararon haber crecido con un abuso o abandono significativo, hasta el 48% tenía un tatuaje o un piercing o ambos.

Según los investigadores, cuanto más grave era el abuso o la negligencia a la que se enfrentaban, más tatuajes o piercings tenían los participantes.

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Limitaciones del estudio

Al tratarse de un estudio transversal basado únicamente en una muestra de población alemana, no se puede establecer una relación causal definitiva. Además, el diseño del estudio se basó en la autodeclaración, lo que también hace más difícil sacar conclusiones definitivas. No obstante, los autores explican que se pueden extraer algunas conclusiones.

“El presente estudio se suma a las investigaciones anteriores al confirmar las asociaciones positivas y similares de los tatuajes y los piercings con el abuso y la negligencia en la infancia dentro de una muestra de población representativa”, aseguraron los investigadores.

“Estas relaciones no solo se referían a los abusos físicos y sexuales, sino también a las experiencias tempranas de abandono y a las formas emocionales de trauma. Se siguieron observando en modelos estadísticos que controlaban los efectos de posibles factores de confusión sociodemográficos, como el sexo y la edad”, agregaron.