Dormir, para algunos, es una de las actividades más placenteras. Sobre todo después de un día agotador. El problema, no obstante, es que en esas horas de inactividad no sabemos lo que pasa con nuestro cuerpo. Estamos alerta, generalmente, pero el sueño profundo muchas veces produce que no notemos nuestra postura, la forma de respirar e, incluso, algunas señales que podrían generar alarma.

Y no es extraño despertar con algún malestar: dolor de cuello, molestia en la garganta y hormigueo. Lo impotante, advierten expertos, es saber identificar qué tan recurrente ocurren estos efectos. “Eso será un indicador de que esa determinada molestia se debe a algo más grave que a una mala postura o a determinados hábitos nocturnos”, dijo la traumatóloga Gemma Pidemunt al diario El País. Siempre que estos sean recurrentes, causen una molestia excesiva o aumente la sintomatología, se debe acudir a un médico.

En tiempos de pandemia, la crisis sanitaria es un factor que podría afectar la calidad del sueño. Información recopilada por el centro de estudios CORPA, y respecto a cómo se dormía hace un año, la calidad del sueño en el país se ha visto profundamente afectada por la pandemia. En tanto, la clase media y baja (C3D) son quienes peor duermen, con un 54% que dice estar en tal condición, frente a un 44% correspondientemente a la clase media alta (ABC1C2). Esto, no obstante, está relacionado con preocupaciones a raíz de la contingencia y la salud emocional.

Volviendo a lo físico:

1. El hormigueo en la mano

Las sensaciones de cosquilleo en alguna parte del cuerpo son denominadas parestesia. Es algo que “casi todos hemos experimentado” en algún momento, según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. “La parestesia sucede cuando se ejerce presión sostenida sobre un nervio y la sensación se desvanece rápidamente una vez que se alivia la presión”, explican, lo que podría estar relacionado con una mala postura al dormir.

El problema llega cuando esto ocurre a diario, lo que debería ser tomado como una alerta para acudir a un especialista. Esto, según Pidemunt, podría estar relacionado con el padecimiento del Síndrome del Tunel Carpiano, una afección en la que, según el sitio especializado Medline Plus, “existe una presión excesiva en el nervio mediano” ubicado cerca de la muñeca y que permite sensibilidad y movimiento en extremidad.

Ese nervio entra a la mano a través del tunel carpiano, una zona normalmente angosta que, ante alguna inflamación, puede afectar el nervio y producir las sensaciones de hormigueo. Es una afección que, generalmente, se presenta más en mujeres y suele ser diagnosticada en personas de entre 30 y 60 años.

2. Sudor excesivo

Despertar con la cama mojada por el sudor también podría ser algo recurrente. Puede ser señal de que la temperatura estuvo muy elevada durante la noche o que, incluso, hubo un episodio febril -lo que en estos tiempos podría relacionarse con la covid-19-.

Por otro lado, el uso de sábanas sintéticas podría generarlo y, en ese caso, lo mejor sería variar. “Aunque son incómodos, estos episodios no suelen clasificarse como sudoraciones nocturnas y generalmente no son signo de un problema médico”, señala la Clínica Mayo.

Según la misma institución, esto podría estar ligado al consumo de Medicamentos para la depresión, la diabetes y de bloqueo hormonal que se utilizan para tratar ciertos tipos de cáncer. La menopausia es otro factor. Quienes sufren interrupciones en la respiración, conocida como apnea del sueño, tienen hasta 3 veces más posibilidades de presentar sudor excesivo durante la noche, recoge El País.

3. Sequedad en la garganta e irritación

“Durante la noche no nos hidratamos, eso facilita la irritación de la faringe y hace que el moco que segregamos sea más espeso. Además, el número de degluciones (el número de veces que tragamos) también disminuye, lo que facilita que el moco espeso segregado no sea aclarado como durante el día”, explicó al portal español Magdalena Pérez, vocal de la comisión de Laringología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello.

Asimismo, detalló que durante la noche se generen episodios de reflujo, lo que aumenta la probabilidad de irritación. Esto, además, podría explicar una voz ronca al despertar.

La boca seca en cualquier situación, consigna Medline Plus, no es algo normal del envejecimiento como algunos pueden considerar. “Las causas pueden ser algunas medicinas, radioterapia, quimioterapia y daños a los nervios”, advierten.

Llaman, asimismo, a “tomar sorbos frecuentes de agua o de bebidas sin azúcar, evitar bebidas con cafeína, el tabaco y el alcohol y masticar goma de mascar sin azúcar o chupar caramelos duros sin azúcar”.

4. Dolor cervical

En los jóvenes, la explicación más común según el jefe de la Unidad de Medicina Deportiva del Hospital Universitario HM Torrelodones, Ángel Hernández, son las malas posturas al dormir “o los sobreesfuerzos del día anterior”, que no deberían generar mayor preocupación. En los adultos, no obstante, podría ser una señal o consecuencia de la artrosis.

En este sentido, una de las afecciones más comunes es la tortícolis o distonía cervical, que se caracteriza por la imposibilidad de mover el cuello quedando la cabeza posicionada hacia un sólo lado.

“Es un trastorno raro que puede ocurrir a cualquier edad, pero ocurre con mayor frecuencia en personas de mediana edad y, sobre todo, en las mujeres. Por lo general, los síntomas comienzan de forma gradual y alcanzan un punto en el que no empeoran sustancialmente”, especifica la Clínica Mayo.

Agregan que, por lo general, el problema de salud se resuelve con el tiempo y que se prolongue es poco frecuente. En algunos casos, no obstante, puede ser recomendada una cirugía.

Con todo, el doctor Carlos Valenzuela, traumatólogo de Clínica Las Condes, aseguró que “cuando uno tiene un dolor cervical matutino, las grandes causas son mala posición al dormir, en relación a la almohada, o alguna mala posición mientras dormía durante la noche”.

Sin embargo, advierte que “un dolor persistente en el tiempo no es normal. Los dolores cervicales son muy frecuentes, pero son de una historia natural benigna, si son muy persistentes hay que consultar y hacer una historia clínica”.