Una de las cosas que mejor hacemos las y los docentes es enfrentar los imprevistos. Por supuesto que no normalizamos ni justificamos aquellos que tienen su base en la negligencia de autoridades, en el abandono de la educación pública o en su falta de financiamiento, pero en la vasta diversidad que son las escuelas no es raro encontrarse con imprevistos en el proceso educativo, que enfrentados con flexibilidad y adaptabilidad no impiden llegar a buen puerto en la enseñanza y el aprendizaje.

Por ello, apenas empezamos a ver la compleja situación de los virus respiratorios en escuelas y liceos del país hace unas semanas. Las y los docentes empezamos a prever este escenario imprevisto a nivel general, que nos tiene con los establecimientos educativos llenos de licencias médicas de estudiantes y trabajadores de la educación. Se ve agravado por las alertas que emiten en comunas y regiones los trabajadores de la salud, que advierten la sobredemanda del sistema de salud.

Y, por lo mismo, nos resulta sorprendente la actitud del Ministerio de Educación ante una realidad que se va volviendo más difícil a medida que pasan las semanas del año y llegan las lluvias y el frío. El MINEDUC se negó tajantemente a la medida obvia ante enfermedades respiratorias desbordadas: la ampliación de las vacaciones de invierno. Y se negó con un nivel de rigidez insólito en el sistema educativo.

Como decíamos, algo propio del proceso de enseñanza-aprendizaje es enfrentar imprevistos y asumirlos con flexibilidad y adaptabilidad. Eso lo hacemos siempre las profesoras y profesores del país, pero vemos al Ministerio en una curiosa rigidez que no se ha visto en otras.

A juicio nuestro, se trata de una situación dinámica que debe ir evaluándose permanentemente, a diario, de hecho, y se deben tomar las medidas necesarias en base a esa evaluación del cuadro. Por lo tanto, negarse a priori y de manera definitiva a alguna acción en torno a las vacaciones de invierno nos parece, derechamente, una irresponsabilidad, pues el MINEDUC ni nadie puede prever la situación en dos o tres semanas más.

Por supuesto, nosotros no somos partidarios de perturbar el calendario escolar ni la dinámica de los establecimientos porque sí, pero sí estamos seguros de una cosa: la salud y la vida de nuestras comunidades educativas son lo más importante. Y con esa claridad es que afirmamos categóricamente que no se puede descartar ninguna medida que vaya en dirección de salvaguardar precisamente la salud y la vida de estudiantes y trabajadores de la educación.

Así, el profesorado nacional está disponible para discutir una eventual ampliación de las vacaciones de invierno si es que las condiciones de salud se ven afectadas severamente por los virus respiratorios de amplia prevalencia que se registran en las escuelas y liceos del país. Pero creemos, también, que esa definición debe hacerse colectivamente, con participación de los actores involucrados en el proceso educativo y sin imposiciones en ninguna dirección.

Además, no se nos olvida que ya hemos visto a las autoridades dar volteretas sobre algunos temas y, de hecho, sobre esta misma materia hubo definiciones contradictorias de parte del Ministerio el año pasado. Así, esperamos que haya apertura y flexibilidad frente a la situación, sin la predisposición de descartar ninguna medida posible, y que la toma de decisiones sea participativa. Así, nos evitaremos anuncios que después se modifiquen y confundan a las comunidades.

Tenemos que estar abiertos a las posibilidades que se abren con la situación epidemiológica actual y las definiciones deben tomarse con participación de todos los actores. Así, lograremos que las medidas sean efectivas y que el remedio no sea peor que la enfermedad.

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