Bastante se habla de que la Inteligencia Artificial (IA) está arrasando con habilidades propiamente humanas, entre ellas la creatividad. Sin embargo, tras el impacto inicial de la irrupción de ChatGPT y el análisis de los expertos, esta afirmación ha sido puesta en duda, ya que el verbo “crear” se refiere a la capacidad de producir algo nuevo, iniciar algo desde cero. Es por eso que la llegada de nuevas tecnologías y herramientas no ponen en riesgo nuestra creatividad innata, sino que permite que ésta se acomode y utilice en conjunto con los nuevos recursos tecnológicos. Es decir, lo que está en juego es nuestra capacidad de ajustarnos a los cambios y usarlos en nuestro beneficio.

Estamos ante un cambio relevante, sin duda que sí… Como fue la invención de la imprenta y la fotografía en el ámbito de la comunicación y de las artes. En ambos casos, la humanidad experimentó avances significativos; la democratización del conocimiento gracias a la imprenta y el registro real de la historia gracias a la fotografía.

Pero para entender la capacidad de adaptación inherente de los seres humanos en hechos más recientes, es necesario remontarse a fines de los años ochenta, donde los hermanos John y Thomas Knoll crearon el -mundialmente conocido- software Adobe Photoshop, el cual permite retocar fotos y formar nuevas composiciones. Sin embargo, dicha invención no estuvo exenta de polémicas, ya que se pensaba que atentaba contra la creatividad humana y la manualidad a la que estábamos acostumbrados.

Caso similar ocurrió cuando salió a la luz la herramienta creada por John Warnock, Adobe Illustrator, la cual es capaz de diseñar, ilustrar, realizar logos y dibujos de manera digital. Ambos inventos fueron acusados de perjudicar a los diseñadores, pintores, artistas, fotógrafos, ilustradores y todo quién se desenvolviera en esta área. Hoy en día son consideradas herramientas y no remplazos y se han transformado en grandes recursos para quienes se dedican al rubro del diseño y la publicidad. No obstante, hay quienes se negaron a adaptarse y rechazaron la idea sin antes darle alguna oportunidad. Lo mismo pasa con la Inteligencia Artificial.

Otro ejemplo que podríamos mencionar es el caso de Lego, compañía que se dedicaba a hacer juguetes para niños y adolescentes, quienes podían armar distintas formas y creaciones con bloques de diferentes formas y colores. No obstante, con la llegada de nuevos productos y videojuegos, este tipo de entretención perdió interés entre quienes los utilizaban. Pero la empresa, lejos de cerrar sus puertas y de terminar con la distribución de sus productos, buscó la manera de adaptarse y ampliar su público objetivo.

Fue de esta manera que sumaron nuevas líneas para mayores de 16 y 18 años, las cuales tenían mayor complejidad al momento de armarlas, apuntando a aquellos que se interesan por los rompecabezas complejos y piezas de colección. La compañía sigue vigente y supo adaptarse al cambio y a la aparición de nuevas tecnologías y competencias. Incluso, actualmente cuentan con una línea de Realidad Aumentada que permite utilizar tecnología y crear espacios únicos.

El impacto que generaron las herramientas de Adobe Illustrator, Photoshop y Lego es similar a lo que pasa hoy en día con la IA. Probablemente la capacidad de invención y de nuevas ideas ya no estará enfocada en las distintas herramientas que se utilicen para crear el producto final, sino que en los comandos, instrucciones y órdenes que le entreguemos a la plataforma para co-crear lo que tenemos en mente.

Soy un optimista respecto de la IA más aun teniendo claro lo que hoy es capaz de hacer en beneficio del ámbito creativo. La IA aprende, interpreta, comprende, genera y co-crea pero no tiene juicio, ni intenciona; no duda y no tiene ambigüedad. Creo que se está incorporando un tremendo valor al trabajo de servicio que hacemos en las industrias creativas, ya sea en el área de la publicidad, en marketing, como en otros rubros y profesiones.

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