La transformación digital que han llevado a cabo todas las empresas durante los últimos años ha venido acompañada del surgimiento de brechas en el desempeño, con metodologías ágiles entre los equipos mayormente vinculados a las áreas de tecnología versus el resto de áreas compuestas en una organización. Aquí es donde ha surgido la necesidad de emparejar la cancha. Hoy, lo que se quiere lograr, y lo que requieren las compañías, es darle la posibilidad a cualquier área de incorporar herramientas ágiles para poder adaptarse de mejor forma al cambio que están viviendo. Se requiere flexibilidad, inmediatez y una toma rápida de decisiones.
Este proceso ha traído consigo otra preocupación, ya que junto con trabajar la agilidad de manera integral, las organizaciones han visto la necesidad de hacerse cargo de las emociones de sus colaboradores. Han comprendido que este contexto de transformación, altamente demandante, ha generado impacto a nivel de salud mental, debiendo asumir un rol mucho más social, buscando incorporar herramientas de manejo emocional, del estrés, lo que podríamos denominar “agilidad emocional”, la cual debe complementarse con las herramientas ágiles tradicionales, que son más técnicas o metodológicas. Este, sin duda, debe ser el camino que debe trazar una empresa moderna.
Según el último reporte de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso), en 2020 se registró un preocupante aumento de las enfermedades de salud mental con 1.730.263 licencias médicas, un 19% más que el año anterior. En tanto, la Encuesta de Actitudes de Beneficios Laborales, elaborada por la aseguradora WTW, reveló que los trabajadores chilenos que dicen sentirse emocionalmente balanceados, experimentaron una disminución del 53% al 46%, entre 2019 y 2022.
Se ha demostrado que las organizaciones que invierten en la salud mental y el bienestar emocional de los colaboradores han alcanzado un retorno sobre la inversión (ROI) seis veces mayor que aquellas que no lo hacen, a raíz de una mejora en el desempeño de estos. Del mismo modo, aplicar herramientas de prevención del estrés laboral, ayuda a disminuirlo hasta en un 29%, logrando así, niveles más altos de resiliencia y de desempeño, de acuerdo a un estudio de Deloitte publicado en 2020.
Este gran desafío, sin embargo, no solo debe circunscribirse a la esfera privada. A nivel país, se requiere impulsar políticas públicas en el ámbito del bienestar emocional, y no sólo enfocadas en aquellas personas que ya padecen algún desbalance, sino que también es crucial elaborar estrategias que contribuyan a entregar herramientas que promuevan la prevención. Evitemos lamentaciones posteriores y vamos a la acción ahora.