Nuestra invitación es clara: poner la salud entre las verdaderas prioridades de sus programas. Porque la salud, simplemente, no puede esperar más.

Como directiva nacional del Colegio Médico de Chile, hemos recorrido hospitales, consultorios, salas de espera y servicios de urgencia a lo largo del país. Hemos conversado con colegas, autoridades locales y personas que esperan —a veces por meses, incluso años— una cirugía, una atención o un diagnóstico que, lamentablemente, no siempre llega a tiempo.

Chile tiene un sistema de salud que, a pesar de sus falencias, logra mucho con pocos recursos, lo que ha sido reconocido internacionalmente. Pero no podemos conformarnos con aquello.

En este año de definiciones presidenciales, la salud debe estar en el corazón del debate. Sabemos que hay muchos temas que hoy acaparan la atención pública, como la seguridad o la reactivación económica. Pero la salud no puede seguir esperando. Invertir en salud no es solo garantizar atención médica: es cuidar el capital humano del país, fomentar la equidad y generar desarrollo.

Hoy se requiere un nuevo norte para la política sanitaria, que combine flexibilidad presupuestaria con responsabilidad. Necesitamos fortalecer la red pública y extender los horarios de atención; integrar los mecanismos de libre elección (MLE) y la modalidad de cobertura complementaria (MCC) en un registro único e interoperable; avanzar en sistemas de acceso preferente (SAP) que permitan integrar efectivamente a la red privada; acompañar a las personas en su trayectoria de atención incorporando inteligencia artificial y evaluaciones clínicas durante la espera. También reforzar la gestión en atención abierta —como policlínicos y centros de diagnóstico—, y en pabellones quirúrgicos.

Del mismo modo, es necesario consolidar la Atención Primaria de Salud Universal, con mejores capacidades resolutivas y más tecnologías; robustecer Fonasa; mejorar la productividad clínica y la gobernanza financiera; implementar estrategias serias de control del gasto; garantizar condiciones seguras en los espacios sanitarios y fomentar una relación continua con los usuarios.

Todo esto requiere una mirada de largo plazo que contemple una reforma tributaria capaz de asegurar mayores ingresos fiscales para salud y completar las transformaciones pendientes: fortalecer la Subsecretaría de Redes Asistenciales, Cenabast y el ISP, y una gestión transparente, moderna y basada en evidencia.

Desde hace meses hemos estado trabajando en una propuesta formal que será entregada a las y los candidatos presidenciales, a quienes ya hemos convocado para reunirnos en el Colegio Médico.

Esperamos tener una buena acogida, porque creemos que el país necesita una hoja de ruta clara y compartida para enfrentar los desafíos sanitarios que arrastramos hace décadas. Desafíos que no tienen color político, porque lo que está en juego es la vida y la dignidad de millones de personas y nuestro futuro.

Nuestra invitación es clara: poner la salud entre las verdaderas prioridades de sus programas. Porque la salud, simplemente, no puede esperar más.