De Goebbels a la posverdad

En el siglo XX, durante la década de los años 40, periodo de la preguerra y sobre todo en la Segunda Guerra Mundial (1940-1945), el jefe de propaganda de A. Hitler, Joseph Goebbels, estableció la frase del “miente, miente que algo queda” como base de la comunicación de propaganda del Tercer Reich. Se basaba en que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Se refiere que, al repetir una información falsa, el cerebro asocia “familiaridad con verdad”.

De este modo (quizás sin pensarlo), Goebbels iba a marcar hasta el día de hoy a varias generaciones de asesores, líderes, dirigentes, comunicadores de medios, entre otros.

El dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich usó por primera vez, en un artículo (1992), el concepto de posverdad (o mentira emotiva), que es un buen heredero del “miente, miente”. Ante las declaraciones engañosas y erróneas del presidente Bush por el ataque y destrucción de las Torres Gemelas el año 2001, el periodista E. Alterman lo definió como “la presidencia de la posverdad”.

El uso de este concepto tuvo su mayor popularidad en la campaña del Brexit en la Unión Europea (2016) y en la campaña para elecciones a la presidencia de EE.UU. que ganó Donald Trump el año 2016. Posteriormente, instalado en la Casa Blanca, Trump logró un triste récord: haber dicho en su primer periodo (4 años) más de 25.000 mentiras, aplicadas a todos los aspectos que un presidente puede manejar.

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Qué es la posverdad y cómo opera

En 2016, el diccionario Oxford eligió como palabra del año a la posverdad, y la define como aquella que “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.

Estos dos conceptos —“miente, miente” y posverdad— pretenden la manipulación de los pensamientos de la opinión pública. Para ello aplican una distorsión deliberada de una realidad objetiva.

El instrumento directo que se usa para lograr los objetivos de la posverdad es la creación de sensaciones y sugestiones en las ciudadanías donde se pretende actuar.

Entendiendo por sensación “la impresión que percibe un ser vivo cuando uno de sus órganos receptores es estimulado”; y por sugestión, “una idea o creencia que se implanta en la mente de una persona a través de la comunicación”.

La sugestión altera la manera de cómo percibimos nuestro contexto y nos hace ver situaciones distintas a la realidad objetiva. Se crea una atmósfera con una sensación sobre algo falso, y se repite hasta lograr un estado de sugestión: lo falso transformado en verdad, lo que permite la manipulación masiva.

Casos concretos: de Irak a la OTAN

  • El 2003, el presidente Bush invade Irak. El argumento fue que “poseía y desarrollaba armas de destrucción masiva” (ADM). Nunca se encontraron pruebas. Irak había terminado sus programas en 1991. Se manipuló la información, aprovechando el impacto emocional del ataque a las Torres Gemelas.
  • El presidente D. Trump, en cada discurso, refuerza la sensación de que es el mejor gobierno de la historia de EE.UU., y todo lo que hace lo plantea así, aunque los hechos lo desmientan.
  • EE.UU. e Israel bombardearon Irán porque “podría llegar a tener bombas nucleares y que serían usadas contra ellos”. La realidad es que, en 1988, Irán renunció a tener bomba atómica. Con la cooperación de Rusia, orientó sus investigaciones para uso civil. Era controlado permanentemente por el O.I.E.A.
  • Desde el siglo XIX, los líderes occidentales crearon un miedo profundo hacia el comunismo, con muchos argumentos falsos. EE.UU., Reino Unido, Francia y Japón, entre otros, invadieron la URSS (1918-1922) en aras de la libertad, y la verdad era proteger sus inversiones en Rusia, entre otras cosas.
  • Actualmente, ante el conflicto de Ucrania, se utiliza el mismo *modus operandi* contra Rusia, desarrollando un miedo tremendo en los países de la Unión Europea. La agencia militar de Países Bajos alerta sobre “la posibilidad de que Rusia pueda iniciar un nuevo conflicto después de llegar a un acuerdo de paz con Ucrania”. También, el servicio de inteligencia de Dinamarca reveló “que creía que Rusia podría iniciar un conflicto en los próximos 5 años”.
  • Otros líderes han declarado que “Rusia atacaría a los países de la OTAN”. Y han logrado que gran parte de la ciudadanía crea que “Rusia invadirá Europa”. Esto ha llevado a que países como Noruega, Suecia y Finlandia, entre otros, entreguen masivamente manuales o guías para actuar en estado de guerra nuclear, manteniendo a sus ciudadanos en una alteración permanente.
  • Cuando el miedo se transforma en negocio

    Si nos detenemos en la redacción de todas estas declaraciones, veremos que un alto porcentaje de las frases siempre van con verbos en tiempo potencial: podría, atacaría, invadiría, creía, etc. Eso refleja una ambigüedad de las afirmaciones, ante la no existencia de pruebas, pero les permite actuar impunemente.

    Al no haber nada concreto de una posible invasión a Europa por parte de Rusia, nos hace pensar que está prevaleciendo el negocio de la industria de armamento. Ya que han aceptado las exigencias del presidente D. Trump de aumentar al 5% del P.I.B. (c/país) el aporte a la OTAN, acordado en la cumbre de julio de 2025 en La Haya. El anterior aporte era del 2% del P.I.B.

    Da que pensar que EE.UU., a pesar de presionar para el fin del conflicto, igual seguirá enviando armas a Ucrania. La U.E. no se plantea el fin del conflicto, y todas sus propuestas son para su continuación más que para su término.

    “Mentir no busca convencer… busca confundir”

    He querido citar a la filósofa H. Arendt:

      “Mentir no tiene como objetivo hacer creer a la gente que crea una mentira. Sino que pretende garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que no distinga entre la verdad y la mentira no distinguirá entre el bien y el mal. En ese estado, el poder puede hacer lo que quiera.”