La trayectoria del programa Centro de Lectura y Biblioteca Escolar (CRA) es testimonio de que aquí han concurrido las voluntades precisas, hilvanadas por esa promesa poderosa de que el conocimiento siempre puede acercarnos a un mundo mejor.

Cuando celebramos el Día Mundial del Libro, quiero hacer un reconocimiento al programa Centro de Lectura y Biblioteca Escolar (CRA) del Ministerio de Educación, que cumple 30 años acompañando el proceso formativo de las y los estudiantes de nuestro país.

Esta es una de esas iniciativas clave que nos acerca a la lectura y al mundo del libro, multiplicando y enriqueciendo las bibliotecas y colecciones digitales de las comunidades educativas.

Desde su creación, este programa ha aportado con decisión a la irrenunciable tarea de democratizar el conocimiento.

En estos 30 años, más de 8 mil establecimientos educacionales han recibido 12 millones de libros; las comunidades se han integrado activamente a los procesos de actualización bibliográfica, que han ido de la mano con la modernización del catálogo y la gestión diaria de cada biblioteca; se ha robustecido el trabajo coordinado a nivel comunal, provincial y regional a través de las 87 Redes CRA hoy activas. Mientras, la Biblioteca Escolar Digital –que ofrece lectura digital gratuita en cada establecimiento– tiene a disposición más de 12 mil libros, audiolibros y revistas.

Extiendo este reconocimiento también a las comunidades educativas.

Ninguna colección, por muy nutrida y variada que sea, cumple su propósito si la comunidad a la que pertenece no la hace suya. Las bibliotecas escolares son una tarea colectiva, que dependen de los cuidados de sus encargados, de la pasión y el goce de sus lectores, de la convicción de los equipos docentes que promueven con imaginación su uso, y del compromiso de comunidades educativas que logran hacerlas parte de la rutina escolar.

Estas bibliotecas cumplen hoy otra función indispensable dentro de sus comunidades.

En el marco del Plan de Reactivación Educativa, parte importante de nuestros esfuerzos se orientan al cuidado de los aspectos socioemocionales, de convivencia, de equidad de género y de salud mental, aspirando a que las comunidades educativas sean espacios de protección y bienestar para todas y todos sus integrantes.

Pensar en estos centros de lectura y bibliotecas escolares como lugares acogedores, donde nuestras niñas, niños y jóvenes puedan encontrarse en sus preguntas, forjar complicidades y desplegar su imaginación, es una forma de pensar la escuela como un lugar de realización y desarrollo. Los libros y la lectura son fundamentales para ello.

Saludamos la convicción, el compromiso y profesionalismo de quienes han sabido sostener este proyecto. La voluntad es indispensable para persistir. La trayectoria del programa Centro de Lectura y Biblioteca Escolar (CRA) es testimonio de que aquí han concurrido las voluntades precisas, hilvanadas por esa promesa poderosa de que el conocimiento siempre puede acercarnos a un mundo mejor.