¿Es malo que el Estado gaste más dinero en una política pública y que te cobre más impuestos para hacerlo? No necesariamente, lo que es malo es que te pida más dinero para gastarlo ineficientemente, o en ideas que ya fracasaron antes. Es decir, es malo si los resultados de esas políticas públicas no se condicen con el nivel de gastos, personal y recursos invertidos.

Tengamos esto claro, porque este Gobierno propone una Reforma Tributaria y otra de Pensiones, lo que significa meterse al bolsillo de todos los chilenos, bajo la promesa de mejores servicios en muchas materias.

Esta promesa, como tantas otras olvidadas por esta administración, es difícil de creer.

Los funcionarios del Gobierno Central -como porcentaje de los ocupados del país- han aumentado un 50% en los últimos 10 años y un 70% desde 1995. Un crecimiento del Estado que no se ha visto reflejado a ese nivel en mejores prestaciones.

Entre 1990 y 2022, el gasto público de Chile aumentó un 40% más rápido que lo que creció su economía. Casi un 30% de ese gasto del Estado se destina hoy a sueldos y burocracia, cuando el promedio de la OCDE es de un 20%. Si ahorrásemos ese 10% de diferencia recaudaríamos casi US$ 5.000 millones extra, que es más de la mitad de lo que el ministro Mario Marcel quiere recaudar con su reforma tributaria.

Sumemos a esto el malgasto en programas sociales que año tras año son pésimamente evaluados por la DIPRES. Durante los últimos 5 años la DIPRES ha publicado 63 evaluaciones de este tipo, de las cuales, el 60% de los programas tiene un desempeño bajo o malo, y solo un 6% tiene un desempeño bueno.

A esos programas con desempeño bajo o malo se han destinado US$3.165 millones.

Por eso es urgente conversar sobre el buen gasto público y no solo sobre la necesidad de aumentarlo sin razonar. Más aún cuando el momento económico dista mucho de un panorama óptimo para este tipo de reformas.

Ya lo sabes, antes de que el Estado quiera pedirte más dinero con la altruista argumentación de potenciar un área de interés social, como la seguridad, la educación, las pensiones o la salud, pregúntate: ¿están gastando bien la plata que se tiene hoy?