Gobernar para más de 7 millones de habitantes, un tercio del total de Chile, y optar al cargo más votado tras el del jefe de Estado es la madre de todas las batallas y lo que se juegan mañana domingo los dos candidatos que optan a ser la máxima autoridad de la región Metropolitana.

Karina Oliva y Claudio Orrego, los dos contendientes que lograron desbancar a la única apuesta de la derecha en primera vuelta, se enfrentarán ahora por la capital y simbolizan el enfrentamiento entre dos izquierdas cada vez más polarizadas por sus grandes diferencias de fondo y forma.

Oliva, de 36 años, pertenece al Frente Amplio (FA), una coalición que todavía no tiene un lustro de recorrido y que irrumpió como una izquierda renovada. Su discurso, lleno de alusiones al feminismo o al movimiento LGTBI, apela a un electorado más joven.

“Quiero participar en la construcción de un futuro con dignidad para Chile”, aseveró la candidata, que destaca que es una “mujer de clase popular que siempre está del lado del pueblo”.

En cambio, Orrego, de 54 años, es una cara conocida de la política más tradicional. Pertenece a la Democracia Cristiana, una formación de más de 30 años, y se autodefine como un candidato con “una mirada amplia y con los pies en terreno”.

“La nuestra es la región más desigual del país y con la pandemia va a quedar peor. Tenemos que levantarla convocando a otros colores políticos y acabando con el sectarismo”, afirmó el candidato, popular por haber sido ministro, alcalde e intendente -un puesto similar al que opta ahora-.

Izquierda “tradicional” en la cuerda floja

En un paso histórico hacia la descentralización, Chile elegirá este año por primera vez a los gobernadores de sus 16 regiones y la segunda vuelta se vive con gran expectación, aunque se prevé que mueva a menos electores que en la primera votación -celebrada el pasado mayo junto a los comicios constituyentes y municipales-, en la que participó un 43% del padrón.

Estas nuevas autoridades electas reemplazarán a la actual figura del intendente, que es designado a dedo por Presidencia del país.

Una victoria del ala más radical, según los expertos, afianzaría al Frente Amplio en su intento de quebrantar el poder que durante años se repartieron dos grandes coaliciones; y consumaría la debacle del izquierda moderada, que ha ido perdiendo adhesión y vivió una gran derrota en la votación de los pasados 15 y 16 de mayo.

El centroizquierda obtuvo sólo 25 de los 155 escaños de la constituyente y un puñado de alcaldías, una pésima cosecha que remeció a toda la oposición y llevó a los frenteamplistas a escindir su camino de cara a las presidenciales.

De mantenerse la lógica de esos comicios, en los que venció el “voto antiélite”, el resultado sería más proclive a Oliva, afirmó a EFE el director de la Escuela de Gobierno de la Universidad San Sebastián, Jaime Abedrapo.

“Estamos en un momento en que la población prefiere mandar señales políticas, como el rechazo a los candidatos tradicionales, que las propuestas electorales en sí”, agregó.

Para Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Chile, la victoria de Orrego depende, en parte, del apoyo de la derecha, un sector que busca “evitar a toda costa un gobernador más radical” y que ven en él un “mal menor”.

Según la académica, él es un “símbolo de la oligarquía” y representa un tipo de política “elitista y tecnocrática” que simpatiza con los conservadores, frente a Oliva, cuyo discurso “emana de las calles” y simpatiza con las movilizaciones sociales que comenzaron en 2019, agregó.

Bastiones para las presidenciales

De las 13 regiones que van a segunda vuelta -otras tres ya aseguraron a su candidato-, la gobernación de la Metropolitana es las más relevante ya que es la región más poblada y aúna la mayor parte de instituciones y poder económico.

La importancia del cargo aumenta, además, si se tiene en cuenta que las presidenciales están a la vuelta de la esquina, el 21 de noviembre, y el gobernador de la capital podría convertirse en “un altavoz y en el bastión de algún candidato”, agregó Abedrapo.

Oliva inclinaría el eje de la oposición hacia la izquierda radical, explicó, pudiendo impulsar al precandidato del Frente Amplio, Gabriel Boric, o al del Partido Comunista, Daniel Jadue, que lidera las encuestas. Por contra, Orrego podría ser la figura que mueva a un aspirante moderado.

“Chile no enfrenta un camino fácil, el país está muy polarizado independientemente de qué izquierda gane y se prevé que el centro quede cada vez más huérfano”, lamentó el experto.