Este 22 de mayo se cumplieron 59 años de terremoto más grande del que se tiene registro y que azotó a gran parte de la zona sur de Chile.

Se trata del movimiento 9.5 grados en la escala de Richter, registrado en 1960, mejor conocido como “El Terremoto de Valdivia”.

En conversación con Radio Bío Bío, personas que sintieron el fuerte movimiento revivieron la experiencia que, señalan, fue “terrible”.

El lugar donde el terremoto y posterior maremoto generó mayor destrucción fue en la comuna de Corral. Bernardita Pabié vivía junto a varios familiares en una villa en la localidad de Amargo.

Cuando se registró el terremoto bajaron a la playa y al ver que el nivel del agua subía lentamente, decidieron escapar a un cerro cercano.

Bernardita manifestó que cuando el agua se recogió, uno de sus hermanos fue a la casa a rescatar algo de ropa y documentos antes de la llegada de la enorme ola que destruyó todo a la vista.

En ese momento sus familiares se abrazaron y no vieron la ola que se acercaba. “Se entregaron”, añadió la mujer.

Roberto Paredes tenía 14 años en aquella época. Viajaba a caballo cuando comenzó el terremoto.

“Sentí un ruido como cuando uno mueve un manzano y la tierra se abrió por debajo de las patas del caballo”, añadió Paredes. También dijo que veía casas pasar por el río cuando subió el mar.

Mirta Bebar y Paulino Cárdenas contaron sus experiencias de cómo vivieron el terremoto en La Unión y Castro respectivamente.

Bebar manifestó que el movimiento telurico fue tremendo, incluso vivieron por cerca de dos meses en el primer piso de la casa familiar.

Por su parte, Paulino señaló que pensaba que el terremoto había sido en Concepción. En ese momento se puso los pantalones, salió de su casa descalzo y se ocultó en un gallinero. “La casa se movía de manera espectacular”, enfatizó Cárdenas.

En 1960, Juan Díaz Salvo era comandante de la Sexta Compañía de Bomberos de Valdivia.

“Lo primero que hice como bombero fue abandonar a mi familia, sin antes dejarla en buen recaudo”, dijo Díaz.

Agregó que trabajaron por tres meses sin sacarse el uniforme de la institución, para ayudar a levantar la ciudad tras la catástrofe.

Los entrevistados coinciden en señalar que pese a la gran tragedia que generó el terremoto, lamentablemente como sociedad se ha aprendido muy poco, ya que se continúa autorizando la construcción en lugares inundables. Además que muy pocas personas toman con seriedad la realización de los simulacros, lo que a juicio de los sobrevivientes, sin dudas ayudan a salvar vidas durante una emergencia real.