El exarzobispo de La Serena, Francisco José Cox, enfrentó en 1997 una investigación por actos impropios por parte de la Nunciatura Apostólica, indagación por la cual fue removido de la diócesis, enviado a Colombia y luego a Alemania, donde permanece recluido en un convento, viviendo sus últimos años de vida.

No obstante, Cox es arzobispo emérito de la ciudad y su nombre se puede leer en una placa de mármol al ingreso de la catedral comunal.

Debido a las acusaciones en su contra -fue el primer alto miembro de la Iglesia en Chile acusado de abusos sexuales reiterados contra menores- y a lo controversial de su figura, laicos y autoridades locales le pedirán al Vaticano a través de una carta que la Santa Sede gestione el retiro de ésta.

De acuerdo al documento, al cual tuvo acceso The Clinic, le piden al sumo pontífice que acceda a su petición ya que, a su juicio, creen que su nombre “denosta y enrojece mi rostro de vergüenza”, citando al Salmo 44 de la Biblia.

“Papa Francisco, somos conocedores de los gestos que realiza la Iglesia en el difícil momento que se encuentra, sin embargo, le solicitamos que imparta instrucciones a quienes corresponda” para que se realice la remoción de la placa.

Diario El Día
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La iniciativa es apoyada por los alcaldes de Coquimbo y La Serena, Marcelo Pereira y Roberto Jacob; los diputados Matías Walker y Sergio Gahona; y es impulsada por el sociólogo Juan Rojas, quien se percató de la existencia de la placa a comienzos de este año, lo que le pareció “inconcebible”.

“Un día de febrero, mientras paseaba por la ciudad, quisimos entra a la Catedral de La Serena para ver los vitrales con unos amigos. Sin embargo, me di cuenta de que en una placa instalada en la entrada aparece su nombre junto a los otros arzobispos que tuvo la ciudad, e inmediatamente sentí que debía manifestar lo horroroso que era”, dijo el manifestante.

Pero en marzo de este año, en una reunión con el actual jefe de la diócesis, René Rebolledo, se le presentó la idea de retirar el recordatorio, aunque no reaccionó como esperaban.

“La actitud del arzobispo Rebolledo no fue la mejor. Nos dijo que no podíamos borrar su nombre porque era parte de la historia, quisiéramos o no”, acusó.

“Y cuando le mencionamos que enviaríamos una carta dirigida al Papa solicitando borrarlo, nos dijo algo como: ‘Envíenla, total, en el Vaticano existen cerca de dos mil secretarias y dudo que le llegue’”, agregó.

No obstante, el arzobispo habría cambiado de opinión hace un tiempo y apoyaría la idea luego de un “período de reflexión”, toda vez que el Consejo de Monumentos Nacionales apruebe la remoción de la placa.