El presidente afgano, Ashraf Ghani, dijo que huyó del país el domingo para “evitar un baño de sangre”, cuando los talibanes entraron en la capital, Kabul, poniendo fin a una ofensiva relámpago.

Combatientes talibanes entraron en Kabul. Tres fuentes talibanas indicaron a la AFP que los insurgentes tomaron el control del palacio presidencial, en el que estaban celebrando una reunión sobre la seguridad en la capital afgana.

Ghani señaló que temía que “innumerables patriotas habrían sido martirizados y Kabul destruida” si él se quedaba.

“Los talibanes ganaron
[…] ahora son responsables del honor, de la posesión y de la autopreservación de su país”, apuntó Ghani en un mensaje en Facebook.

“Ahora se enfrentan a una nueva prueba histórica. O bien preservan el nombre y el honor de Afganistán o bien le darán prioridad a otros lugares y redes”, añadió.

Ghani no indicó adónde había ido, pero el grupo de prensa afgano Tolo News indicó que podría haberse marchado a Tayikistán.

Por su parte, el ex vicepresidente Abdullah Abdullah, que encabeza el proceso de paz, acusó a Ghani de haberse ido “dejando a la gente en esta situación”.

“Valores islámicos”

Conforme avanzaba el día, el pánico se fue apoderando de la capital. Las tiendas cerraron y se formaron enormes atascos, y miles de policías y otros miembros de las fuerzas de seguridad abandonaran sus puestos y sus uniformes.

En la mayoría de los bancos se pudo ver una gran aglomeración, con gente que buscaba retirar su dinero mientras quedara tiempo.

En las redes sociales, se publicaron videos en los que aparecen grupos de combatientes talibanes fuertemente armados patrullando por las grandes ciudades, con banderas blancas y saludando a la población.

En el barrio de Taimani, en el centro de la capital, el miedo, la incertidumbre y la incomprensión eran visibles en el rostro de muchos.

“Tomamos nota del retorno de los talibanes en Afganistán, y esperamos que su llegada traiga paz y no un baño de sangre. Recuerdo, cuando era niño, las atrocidades cometidas por los talibanes” declaró a la AFP Tariq Nezami, un comerciante de 30 años.

Los talibanes impusieron una versión estricta del islam cuando gobernaron Afganistán de 1996 a 2001.

Las mujeres no podían trabajar ni salir sin estar acompañadas por un hombre, y se prohibía a las jóvenes y niñas ir a la escuelas.
A los ladrones se les cortaba las manos, los asesinos eran ejecutados públicamente y los homosexuales eran liquidados.

Hoy, tratan de dar una imagen más moderada y prometieron que si volvían al poder respetarían los derechos humanos, en especial los de las mujeres, aunque de acuerdo con los “valores islámicos”.