La decisión de convocar nuevas elecciones legislativas en Israel el próximo marzo, las cuartas en dos años, muestran las profundas divisiones políticas del país.

¿Por qué nuevas elecciones en plena pandemia?

La primavera pasada, tras tres elecciones que no lograron su desempate con Benjamín Netanyahu, el exjefe del ejército reconvertido en político, Benny Gantz, sorprendió al decidir compartir el poder con su rival.

Gantz dijo que quería poner fin a un año y medio de inestabilidad política y dar al país un gobierno que pudiera hacer frente a la pandemia del coronavirus.

El plan era compartir el poder durante tres años, con Netanyahu como primer ministro durante 18 meses y Gantz los siguientes 18, a partir de noviembre de 2021.

Pero rápidamente surgieron tensiones entre los dos dirigentes: Benny Gantz criticó a Netanyahu por retrasar la aprobación del presupuesto y Netanyahu acusó a Gantz de querer controlar los nombramientos judiciales, a través del ministro de Justicia, miembro de su partido.

Los parlamentarios finalmente tuvieron hasta el 22 de diciembre a las 11:59 de la noche para votar un presupuesto. Los diputados rechazaron un compromiso de última hora de Gantz. Como resultado, el parlamento israelí, la Knesset, se disolvió y se convocaron nuevas elecciones para el 23 de marzo.

¿Netanyahu provocó la caída del gobierno?

Los analistas cuestionaron desde el principio la voluntad real de Netanyahu, jefe de gobierno desde 2009, de ceder el poder a Gantz.

En las horas previas a la disolución de la cámara, Netanyahu dijo que “no quería” elecciones, al tiempo que acusó a Benny Gantz de buscar controlar los nombramientos judiciales, algo que él no podía aceptar porque “socavaba la democracia”.

Netanyahu será juzgado a principios de año por corrupción, malversación de fondos y abuso de confianza, un juicio que corre el riesgo de coincidir con la campaña electoral.

El primer ministro podría intentar utilizar estas audiencias para presentarse, como ya lo ha hecho, como víctima de un “golpe judicial” para reunir apoyo popular.

¿Cuáles son las nuevas cartas que puede jugar Netanyahu?

En los últimos meses, Israel ha anunciado acuerdos de normalización con cuatro países árabes (Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos) auspiciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un aliado clave de Netanyahu.

Joe Biden sucederá a Trump en enero y no se sabe a ciencia cierta cuál será su posición ante nuevos acuerdos de normalización.

Los cuatro acuerdos siguen siendo populares en Israel, un país que tiene, por ejemplo, cientos de miles de ciudadanos de origen marroquí, que forman la columna vertebral del Likud, el partido de Netanyahu.

Además de estos acuerdos, el primer ministro puede intentar jugar la carta de una campaña de vacunación rápida contra el coronavirus para presentarse como un defensor de Israel. El país dio inicio a las vacunaciones esta semana y Netanyahu fue el primero en recibir el fármaco.

¿Cómo se organiza la oposición de Netanyahu?

Desde julio, miles de israelíes se han reunido todos los sábados para manifestarse contra Netanyahu y denunciar su manejo de la crisis sanitaria y económica.

Muchos manifestantes también critican a Gantz por haber aceptado compartir el poder y su popularidad se ha hundido. Su partido pasó del primer lugar hace un año al octavo actualmente, según unas encuestas publicadas el miércoles, mientras que el Likud de Benjamin Netanyahu se ubica en la cima de los barómetros políticos.

Pero esta posición privilegiada sigue siendo frágil. En las últimas semanas, un miembro influyente de su partido, Gideon Saar, dejó el Likud para crear su propia formación, llamada Tikva Hadasha (Nueva Esperanza).

A este partido se le atribuye el segundo lugar, por delante del partido de extrema derecha Yamina, de un exsocio político de Netanyahu, Naftalí Bennett, seguido por Yest Atid, la formación del opositor Yair Lapid.

Por primera vez en tres elecciones, Netanyahu corre el riesgo de no tener un rival principal, sino varios, y dos de ellos de derecha como él. Su desafío será entonces evitar que todos estos contrincantes obtengan la mayoría total de escaños para unir fuerzas en su contra.