El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, llegó este lunes a Anguilla Veneta, en el norte de Italia, para recibir la ciudadanía honoraria en medio de protestas en contra y a favor que ha desatado la decisión de la pequeña localidad de sus ancestros.

La ceremonia, inicialmente programada en la sede de la alcaldía, fue trasladada a un residencia del siglo XVII a las afueras del asentamiento, donde almorzará con unos 200 invitados, entre ellos parientes y concejales del municipio.

La llegada del mandatario ha movilizado tanto a militantes de izquierda y organizaciones antifascistas, contrarios a su política de ultraderecha, como a un sector de la comunidad brasileña que reside en Italia.

Bajo una llovizna persistente y en medio de la neblina, representantes de varios partidos de izquierda, así como del sindicato CGIL y de la agrupación antifascista ANPI, se manifestaron en forma pacífica en la plaza central con banderas y carteles por la distinción al controvertido mandatario.

“Que visite la ciudad de donde proviene su familia es justo, pero no que lo presenten como un modelo a seguir otorgándole la ciudadanía honoraria”, lamentó Antonio Spada, concejal de la oposición, en declaraciones a la AFP.

La alcaldía de Anguillara Veneta, una localidad de 4 mil habitantes de la región Véneto, bastión de la ultraderechista Liga, movilizó a la policía y los servicios de seguridad para evitar enfrentamientos.

“Fora Bolsonaro, fora Bolsonaro”, rezaba un enorme cartel, mientras otro, escrito a mano, decía “Anguillara ama Brasil, pero no a Bolsonaro”.

“Estoy furioso”

Entre los manifestantes más indignados se encontraba el misionario italiano Massimo Ramundo, quien vivió 20 años en Brasil, 12 de ellos en Marañón, un estado del noreste de Brasil que comprende la densa Amazonía.

“Es una vergüenza. Estoy furioso con la alcaldesa de esta ciudad. No sabe lo que ha hecho y dicho Bolsonaro, no ha escuchado sus declaraciones de corte racista, contra los indígenas, los vacunados, las mujeres. Además quiere que la Amazonía sea un negocio. No respeta los valores del papa Francisco”, lamentó el religioso.

A la manifestación, organizada en la localidad de donde emigró parte de su familia hace más de un siglo, llegaron también grupos de simpatizantes del presidente, la mayoría brasileños que residen en varias regiones de la península.

“Estoy aquí para decir que no está solo”, aseguró Silvana Kowalsky, una señora de 50 años que viajó desde Vicenza, a unos 85 kilómetros, para dar su apoyo.

Con sombreros y cubiertos por banderas de Brasil, los simpatizantes del presidente entonaban canciones y lo proclamaban “mito, mito”, a la vez que lanzaban consignas contra “Lula ladrón”, al referirse al ex presidente Inázio Lula da Silva, su posible mayor rival para las elecciones del 2022.

“Es un gran presidente y tiene derecho porque es descendiente de italianos. Todo lo que dice de él la comisión (del Senado) son mentiras”, aseguró el brasileño Claudio Resende, de 65 años, quien reside en Italia desde hace 17 años.