El presidente bielorruso, Alexandre Lukashenko, protagonizó este lunes un tenso cara a cara con obreros en huelga que le gritaron:”¡Vete!”, el día después de una gigantesca manifestación para pedir la salida del jefe de Estado, en el poder desde 1994.

El lunes por la mañana, miles de manifestantes se congregaron ante la fábrica de vehículos pesados (MZKT) y la planta de tractores (MTZ) de Minsk, así como frente a la sede de la televisión gubernamental bielorrusa, ondeando banderas blancas y rojas de la oposición y lanzando consignas hostiles al poder.

La visita del presidente a la fábrica MZKT, adonde llegó en helicóptero, provocó un encontronazo con obreros que le gritaban “¡Vete!”, mientras daba su discurso y respondía a sus preguntas.

“Gracias, ya he dicho todo lo que quería decir. Podéis decir ‘vete"”, aseguró Lukashenko en la conclusión de su discurso, visiblemente enfadado.

El presidente insistió en que no abandonaría el poder. “No me verán hacer algo bajo presión”, declaró. “No habrá elecciones hasta que me maten”, reafirmó, desafiante.

Sin embargo, luego matizó que estaba listo a organizar nuevas elecciones pero tras la adopción de una nueva Constitución, sin dar más detalles.

La presión va en aumento desde que el presidente fue reelegido el 9 de agosto con el 80% de los votos, según el conteo oficial, pese a las numerosas acusaciones de fraude.

La candidata opositora, Svetlana Tijanóvskaya, que cosechó por su parte el 10% de los sufragios según el órgano electoral, afirmó que estaba lista para “asumir [sus] responsabilidades” y gobernar, en un vídeo grabado en Lituania, donde se refugió.

Miles de trabajadores en huelga

Empleados de la emblemática fábrica de tractores MTZ, cuya producción se exporta a toda la ex Unión Soviética, indicaron a la Agence France-Presse que miles de ellos hicieron huelga.

“Hemos previsto participar en todas las huelgas pacíficas, acciones de protesta (…) para que el gobierno se dé cuenta finalmente de que se enfrenta a su propio pueblo”, declaró a la AFP Ilia Rybkine, un empleado de 30 años.

Maria Kolesnkikova, uno de los rostros de la oposición bielorrusa aliada a Tijanóvskaya, habló también delante de MZKT.

Por otro lado unas 600 personas se concentraron delante de la sede de la cadena televisiva gubernamental, según la prensa bielorrusa. Varios de los presentadores de noticias de la cadena renunciaron estos últimos días.

Según fuentes locales, empleados del productor de potasio Belaruskali anunciaron por su parte su intención de hacer huelga. Bielorrusia es uno de los mayores productores de potasio del mundo.

Manifestación histórica

Estas protestas llegan un día después de que más de 100.000 de personas se manifestaron el domingo en Minsk para exigir la salida de Lukashenko, tras 26 años en el poder.

La manifestación, considerada una de las mayores de la oposición de la historia del país, se desarrolló sin detenciones y, hecho excepcional, fue incluso presentada de manera neutra o positiva por los medios estatales.

Desde las elecciones, la exrepública soviética ha sido escenario de manifestaciones que fueron en un principio violentamente reprimidas por las autoridades, dejando dos muertos, decenas de heridos y miles de detenidos.

Las autoridades bielorrusas dieron luego señales de retroceso, ordenando la liberación de más de 2.000 de las 6.700 personas arrestadas durante las protestas.

El domingo, Minsk recibió el apoyo de Moscú, un aliado histórico pese a las tensiones recurrentes entre ambos países.

En Occidente las reacciones se suceden. En Reino Unido, el ministro de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, anunció el lunes que su país “no acepta los resultados” de las presidenciales y piensa “sancionar a los responsables” de la represión de las manifestaciones de la semana pasada.

Los líderes europeos celebrarán por su parte una cumbre extraordinaria el miércoles para abordar la crisis en Bielorrusia.

Estonia instó a celebrar lo antes posible una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación en Bielorrusia, debido a la “amenaza potencial” para la seguridad internacional.

En Estados Unidos, Donald Trump, afirmó el lunes que seguía “muy de cerca” la situación en el país.