Jeremy Corbyn, el líder del Partido Laborista, enfrentado a duras acusaciones de antisemitismo, es un antiguo euroescéptico incómodo con la cuestión del Brexit, que prefiere hacer hincapié en las profundas desigualdades de la sociedad británica y promete atajarlas con radicales políticas redistributivas.

Perteneciente a una izquierda radical que atribuye a la Unión Europea las políticas de austeridad, este exsindicalista septuagenario de voz suave y barba blanca mantuvo durante mucho tiempo la ambigüedad sobre el tema que polariza a la sociedad británica.

Pero, presionado por su partido, tomó recientemente una decisión: si llega al poder prometió negociar un nuevo acuerdo de divorcio que mantenga una estrecha relación con la UE -para proteger empleos y medio ambiente- y someterlo a referéndum junto con la opción de simplemente anular el Brexit.

El acuerdo negociado por el primer ministro Boris Johnson tendrá un “impacto desastroso” en la “seguridad de los alimentos que comen, en sus derechos laborales,
en la contaminación del aire que respiran y en los empleos e industrias en las que trabajan”, lanzó a los votantes.

Sin embargo, fiel a los numerosos votantes laboristas recelosos de la UE, no desvela su postura personal y anunció que no haría campaña por ninguna opción en caso de un segundo referéndum.

ARCHIVO | AFP
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“Antisemitismo” y guerra a la desigualdad

Defensor de la causa palestina, ha enfrentado durísimas acusaciones de racismo antijudío, por no reaccionar a tiempo ni con firmeza a las numerosas denuncias de antisemitismo en las filas de su partido.

“No hay lugar para el antisemitismo en ninguna forma, ni en ningún lugar, en el moderno Reino Unido, y bajo un gobierno laborista no será tolerado”
, afirmó hace dos semanas y acabó pidiendo perdón por haber sido “demasiado lento” en imponer sanciones.

Con uno de los programas más izquierdistas que haya visto el Reino Unido en décadas, si llega a Downing Street prometió una “transformación nacional” sin precedentes, invirtiendo 150.000 millones de libras (193.000 millones de dólares, 174.000 millones de euros) para mejorar escuelas o hospitales y 250.000 millones para impulsar la descarbonización de la economía.

También prometió renacionalizar servicios como el agua, la electricidad, el ferrocarril, el correo y la fibra óptica. Y, enzarzado en una guerra contra la desigualdad, amenazó incluso con acabar con las escuelas privadas del país.

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Vegetariano y rebelde

Nacido el 26 de mayo de 1949, Corbyn desarrolló su compromiso político con sus padres, un ingeniero y una profesora que se enamoraron durante una manifestación contra la guerra civil española.

Creció en el oeste de Inglaterra y nunca le apasionaron los estudios. Terminado el bachillerato se fue dos años a Jamaica como cooperante. A su regreso, se instaló en Islington, un barrio del norte de Londres que entonces era el corazón de la protesta izquierdista.

Desde 1983 es diputado de esa circunscripción, donde sigue viviendo en una casa modesta, con su tercera esposa, la abogada mexicana Laura Álvarez, 20 años menor que él. Habla con fluidez en español, idioma que utiliza por ejemplo para comunicarse con el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon.

Es vegetariano, tiene tres hijos y en 2015 aseguraba al diario británico The Guardian que lleva una vida “muy normal” y sigue desplazándose en bicicleta.

Tras años del laborismo centrista de Tony Blair, este hombre que encarna al ala más izquierdista del partido tuvo que luchar para imponer sus ideas.

Elegido líder del partido en 2015, se enfrentó a una parte de su aparato que rehusaba estar dirigido por el que consideraban un rebelde. Un año después de su elección se enfrentó a una moción de censura interna, pero sobrevivió y fue afianzando su autoridad.

Para sorpresa de todos logró 262 diputados en las legislativas anticipadas de 2017, 30 más que dos años antes.

Sus posiciones radicales y su progreso electoral lo convirtieron en ejemplo para partidos de la extrema izquierda europea como el español Podemos o el griego Syriza.

Pero, nada le garantiza el éxito ahora: de oratoria aburrida y falto de carisma es, según las encuestas, el líder opositor más impopular de los últimos 45 años.