Hace casi un año, el 17 de noviembre de 2018, los “chalecos amarillos” invadieron las rotondas francesas para lo que constituiría el acto 1 de su movimiento. Esta movilización se originó en el aumento de los impuestos a los combustibles y, con el paso de las semanas, se ha convertido en un fenómeno mucho más global, con reclamos que se extienden al poder adquisitivo y la democracia.

Doce meses después, aún había gente con chalecos amarillos marchando por las calles de París este sábado 9 de noviembre. El “Acto 52” reunió sólo a un centenar de personas en la capital, pero para los presentes era imposible ignorarlo.

“Estoy aquí todos los sábados”, explica Didier, jubilado. “El gobierno mantiene el rumbo, como él dice. Incluso si hiciéramos la revolución, él no se movería”, asegura. Este primer “chaleco amarillo” cree, por lo tanto, que debe seguir “manteniendo la presión” para que se escuchen las demandas del movimiento. “Aumentar el poder adquisitivo, cerrar el Elíseo [sede de la Presidencia francesa] y acabar con la monarquía: nuestras exigencias son simples. El RIC (Referendo de Iniciativa Ciudadana) debe ser implementado. El RIC es una de las reivindicaciones que surgió en una segunda fase, con el deseo de implicar más a los ciudadanos en la vida pública.

Es también un ejemplo de la evolución de los “chalecos amarillos”, un movimiento que se ha transformado. La principal exigencia del principio, la supresión del aumento de los impuestos sobre los carburantes, se había obtenido con bastante rapidez, ya que Emmanuel Macron había cedido ante los “chalecos amarillos” justo un mes después del inicio de la movilización. Sin embargo, esto no les impidió seguir concentrándose, semana tras semana, acto tras acto.

“Se ha creado una plataforma de reclamos”, explica Priscillia Ludosky, una de las iniciadoras del movimiento. “Se destacaron cuatro aspectos principales: la democracia, con la implementación de más herramientas que permitan a los ciudadanos participar en la toma de decisiones, la ecología, con una verdadera consideración del cambio climático y la implementación de medidas socialmente justas, la falta de servicio público y las desigualdades fiscales”.

Hoy en día, los “chalecos amarillos” creen que sus reclamos no han sido escuchados. El primer aniversario del movimiento tendrá por tanto su acto 53. Lejos de las rotondas, se hizo el llamado a un mitin nacional en París, con una gran movilización como objetivo. Jérôme Rodrigues, una de las figuras del movimiento, es optimista: “sentimos que se está creando una emulación. Estamos en el proceso de establecer la logística para dormir, alojamiento y transporte hacia la capital. Tengo la sensación de que se parece un poco al ambiente que había con la manifestación del 16 de marzo.

“El Acto 18 reunió a varias decenas de miles de personas en los Campos Elíseos durante una manifestación que vio desmanes en el Arco del Triunfo. “No busco un paralelismo con eso”, prosigue Jérôme Rodrigues, “sino con la multitud que podríamos tener. La gente está muy motivada y creo que tendremos una gran convergencia de ciudadanos y trabajadores”, subraya.

¿Hacia la convergencia de las luchas?

Convergencia, la palabra clave de los organizadores, es en efecto la gran cuestión de este acto. El personal del hospital se manifestó masivamente el jueves 14 de noviembre y habrá un gran día de paro nacional en el transporte el 5 de diciembre.

¿Pueden estos movimientos y los “chalecos amarillos” juntarse en la calle? Las centrales sindicales no lo quieren, pero Jean-Luc, que desde la primera hora fue también un “chaleco amarillo”, espera que la base vea las cosas de otra manera: “Hay, por supuesto, demandas específicas para cada profesión, como para el trabajo particularmente duro, por ejemplo, pero estamos unidos en la mayoría de las demandas sobre el poder adquisitivo, la equidad social y la restauración del impuesto sobre el patrimonio. Todos estamos de acuerdo en casi todas las afirmaciones”, afirma.

Los “chalecos amarillos” esperan que la respuesta se dé en los Campos Elíseos. Si tienen éxito, será la primera vez desde el Acto 18 que reúnan a una multitud en las calles.