La policía rusa afirmó el viernes que el principal opositor al Kremlin, Alexei Navalny, que ha sido tratado en Alemania tras haber enfermado gravemente en Siberia a fines de agosto, sufría una “pancreatitis”, y rechazó nuevamente la hipótesis de un envenenamiento.

“El diagnóstico final fue realizado por los médicos teniendo en cuenta varios estudios químicos y toxicológicos: desarreglos del metabolismo glucídico, pancreatitis crónica con alteración” de algunas funciones, declaró el servicio de prensa de la delegación siberiana de la policía rusa.

“El diagnóstico de un envenenamiento (…) no ha sido confirmado” se agrega en un comunicado.

A finales de agosto, el principal opositor ruso sufrió un grave malestar durante un vuelo desde Siberia. Después de dos días de hospitalización, se le permitió recibir tratamiento de urgencia en Alemania, tras presiones de sus familiares.

Según tres laboratorios europeos, cuyas conclusiones fueron confirmadas por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OIAC), Navalny fue envenenado por un agente neurotóxico del grupo Novichok, una sustancia creada por especialistas soviéticos con fines militares.

El opositor, que aún convalece en Alemania, acusó directamente al presidente ruso Vladimir Putin de estar detrás del envenenamiento, lo que negó Moscú considerando ese señalamiento “inaceptable”.

Las autoridades rusas han acusado incluso a los servicios occidentales, a familiares de Navalny o al propio Navalny de haber provocado esta situación.

El director del servicio de inteligencia exterior ruso (SVR) Serguei Naryshkin aseguró este viernes que la muerte de Navalny lo habría convertido en “víctima sacrificada” útil para Occidente para “reactivar el movimiento de protesta en Rusia”.

“Es muy triste ver en lo que se ha convertido el servicio de inteligencia ruso” reaccionó Alexei Navalny en Facebook, donde trató a Naryshkin de “imbécil”.

Por su lado el ministerio ruso de Exteriores volvió a acusar este viernes a Alemania de rechazar cualquier colaboración con Moscú en este caso, alegando “pretextos absurdos”. Y pidió a Berlín que se “abstenga de cualquier politización artificial suplementaria de la situación”.