Japón tenía 2,76 millones de residentes de nacionalidad extranjera en 2021 (últimos datos disponibles), un 2,2 % de su población. El porcentaje dista de la media del 10,6 % de los países de la OCDE.

Los nacimientos en Japón alcanzaron en 2022 un nuevo mínimo al caer por primera vez por debajo de 800.000, acelerando un desafío demográfico al que el Gobierno quiere responder con medidas económicas que muchos expertos consideran insuficientes.

El archipiélago está “en un momento límite” de cara a su sostenibilidad, dijo el primer ministro nipón, Fumio Kishida, en su discurso de apertura de la sesión parlamentaria actual, en la que aseguró que la natalidad sería “un tema prioritario”.

La tasa de fertilidad se sitúa en el país asiático en 1,3 hijos por mujer, similar a las de otros países vecinos y en línea con otras grandes potencias, pero lejos de la tasa de repoblación y que genera especial alarma al observar su pirámide demográfica.

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La población menor de 15 años está en un mínimo histórico del 11,7 % frente un creciente número de personas mayores de 65 años, el 29 %, lo que dibuja un oscuro horizonte para el futuro del país.

Apoyo financiero en Japón

Para atajar esta situación, el Gobierno de Kishida prepara más ayudas económicas para las parejas que quieran tener hijos y que serán presentadas el próximo junio.

Una de las primeras medidas conocidas es elevar un 19 % la subvención que el Gobierno ofrece actualmente a las gestantes para dar a luz, hasta 500.000 yenes (unos 3.500 euros), para contribuir a los elevados costos de alumbramiento en el país. La seguridad social nipona sólo cubre parcialmente estos gastos.

Kishida también planea duplicar el presupuesto destinado a la crianza de los hijos hasta que suponga un 4 % del producto interior bruto (PIB) nacional, aunque se desconoce cómo se financiará este aumento.

La Administración central ofrece actualmente una subvención de hasta 15.000 yenes (unos 100 euros) mensuales por niño a las familias con ingresos limitados, además de otros programas locales dependientes de cada ayuntamiento.

“El empeoramiento del empleo es la mayor causa” de la caída de la natalidad, dice a EFE Takumi Fujinami, economista del Japan Research Institute.

“Los salarios apenas han subido en Japón en estos últimos 30 años. Los ingresos de los mayores se mantienen y los de los jóvenes caen cuanto más jóvenes son. Es importante modificar esto. El salario está cayendo más de lo necesario para complementar las ayudas que se dan para la crianza de los hijos”, explica.

Enfoque social

Los analistas coinciden en que el enfoque financiero del Gobierno no bastará para dar resultados. Aunque el componente económico es el principal escollo de los jóvenes a la hora de casarse y tener hijos, dichas ayudas no solucionan las cuestiones de índole social que fomentan esta tendencia.

El estancamiento salarial se ha visto exacerbado por la proliferación de los contratos temporales, más baratos para las empresas que los fijos, causando “una visión negativa del futuro” en las nuevas generaciones, dice el economista.

A ello se suma la brecha de género. El cuidado de los hijos y del hogar todavía recae mayoritariamente en las mujeres y sus empleos son más precarios.

Existen además varios factores que la coalición gobernante, conservadora, se resiste a valorar, como la legislación y protección de las minorías sexuales -Japón es el único país del G7 que no ha legalizado el matrimonio homosexual- o la inmigración.

Matrimonio e inmigración

El matrimonio está muy vinculado con la natalidad en Japón. Casi el 98 % de los nacimientos corresponden a parejas casadas, pero un número creciente de jóvenes no tienen interés en contraer nupcias.

Japón, donde la visión de la familia “es muy conservadora”, dice Fujinami, carece de las condiciones y legislación para proteger a los niños nacidos fuera del matrimonio, en aumento en otros países.

Las madres solteras, además, suelen enfrentar muchos estigmas, tanto sociales como económicos, y a menudo caen en la pobreza.

En materia de inmigración, motor de la natalidad en otros países, el archipiélago nipón también sigue rezagado pese al notable influjo de extranjeros en la última década.